"Barbie" es un subversivo manifiesto feminista color de rosa
Las diferentes ideas y perspectivas que se tienen en torno a la popular muñeca son perspicazmente abordadas en el audaz y divertidísimo filme de Greta Gerwig.
Barbie no debería existir. Qué bueno que existe, pero no debería existir. Se supone que hay mecanismos para que largometrajes así de subversivos no vean la luz del día en Hollywood. Cientos y cientos de ejecutivos en las respectivas nóminas de los estudios velan a diario para que cosas como esta no sucedan. En ellos recae devolver libretos colmados de apuntes, alteraciones, objeciones y tachones dirigidos a diluir el concepto original, extirpando de sus páginas todo el carácter, propósito e ingenio hasta convertirlos en los insípidos, insulsos e inofensivos productos que acaban proyectados en las salas comerciales a lo largo del año. Cómo esta película logró evadir todos esos filtros -y no solo los de Warner Bros., sino además los de Mattel- merece su propia serie documental behind the scenes detallando todo el proceso, pero si este nunca llegase, basta con tener el resultado final que estrena esta semana en los cines de manera íntegra, y más que lista para generar discusiones. La calidad de estas dependerá de los círculos que usted frecuente, pero tenga por seguro que las leerá y escuchará.
“¿Pero esto no es una película de una muñeca?”. Pues sí, pero ni remotamente de la misma forma que las de Transformers son acerca de robots que se convierten en vehículos. Para empezar, esta -contrario a aquellas otras- tiene un corazón y un cerebro, y a pesar de estar basada en una reconocidísima marca mundial, no es un descarado pretexto para impulsar las ventas, sino que genuinamente tiene algo que decir acerca del lugar que esta ocupa en la sociedad contemporánea, algo que hace de manera honesta y directa sin dejar de ser ridículamente divertida. Su análogo más cercano es The Lego Movie, y ni siquiera esa cinta fue tan osada en su propuesta como lo que aquí realiza la cineasta Greta Gerwig (Lady Bird, Frances Ha), quien toma todas las contradictorias ideas y perspectivas que se tienen en torno a la esbelta muñeca -desde su lanzamiento en 1959 hasta el presente- y las aborda con una sagacidad inaudita. Mención aparte merece el equipo de mercadeo de Barbie, no solo por la excelente campaña de publicidad que han construido a su alrededor, sino por los métodos tan sigilosos que emplearon para ocultar este aspecto de la producción en todo el material promocional, seguramente para el alivio del estudio y la compañía de juguetes, y el deleite del público de todas las edades que lo descubrirá.
El filme que estrena este jueves es muy distinto al que se ve en los tráilers. Es mejor. Mucho mejor. Más inteligente y perspicaz que el party playero que aparenta ser. El argumento comienza presentándonos el idílico mundo de “Barbieland” en el que habitan todas las Barbies -sus gobernantes- y, por supuesto, todos los Kens. ¡Y “Allan”! Imposible olvidar a “Allan” (ya verán por qué), interpretado por Michael Cera, pero el resto de los personajes son encarnados por actores y actrices de todos los géneros, tamaños, colores y sabores, y la inmensa mayoría se llaman Ken o Barbie. Es un reparto de ensueño en el que no hay una sola nota discordante, constantemente sincronizado, que actúa junto en armonía con un palpable sentido de felicidad que trasciende la pantalla y contagia al espectador. Margot Robbie encarna a la estereotípica Barbie, rubia, blanca, delgada y de ojos azules. O sea, Margot Robbie. Su rutina es básicamente la misma todos los días: despierta, se baña, se viste, desayuna, se desliza por la chorrera, se monta en su carro y monta una fiesta todas las noches, hasta que una mañana empieza a atravesar una crisis existencial que la lleva a cuestionar tanto su entorno como su presencia en él. La actriz de Once Upon a Time… in Hollywood sobresale en toda la gama de emociones que le toca expresar, conquistando las escenas que le requieren ser una frívola muñeca a medida que desarrolla el papel hasta transformarlo en algo más profundo y humano.
La dinámica dirección de Gerwig retiene pleno control de los cambios de moods que experimenta el largometraje, con un pie en la fantasía y otro parado firmemente en la realidad. Tan efectivos resultan sus números musicales y las escenas cómicas, como los momentos en que la acción se detiene para examinar los temas que claramente le preocupan y desea traer a un primer plano. Su afecto por el material es claro y parte de un lugar de respeto, tanto hacia la marca de Barbie como a las personas que pudieran tener opiniones tanto positivas como negativas de lo que esta simboliza. Incluso los cañones que apunta y dispara -dirigidos al patriarcado, a la masculinidad tóxica, al sexismo- están cargados con municiones cuyo propósito no es atacar directamente al sexo opuesto sino incentivar un cambio de mentalidad a través del entretenimiento y el buen humor. El mensaje no les llegará a muchos (y, tristemente, a muchas), y el filme definitivamente está destinado a ser eje de controversia durante las próximas semanas en las esferas conservadoras, pero no hay malicia y ni siquiera una pizca de sarcasmo en sus intenciones. Las verdades que expresa son evidentes y las hilvana entre lo sublime y lo ridículo con el pulso de un experto cirujano. A buen entendedor…
Lo que hace a Barbie particularmente fantástica es la manera tan fácil que logra ser múltiples cosas a la vez -incluyendo el susodicho party playero- sin que una le reste importancia ni peso a la otra. ¿Es usted fan de la muñeca? ¿Las coleccionó en la infancia o incluso ahora en la adultez? La película es una carta de amor a todo ese mundo color de rosa. Lo celebra efusivamente a través de la impecable y colorida puesta en escena, en el fabuloso diseño de producción de Sarah Greenwood que pide a gritos regresar a los elaborados sets y dejar atrás los green screens y el dichoso Volume, que ahora está de moda. ¿Es un conocedor del cine? El libreto de Gerwig y Noah Baumbach está repleto de guiños a la cinefilia tanto clásica como moderna, desde alusiones obvias y no tan obvias a obras maestras de Stanley Kubrick y Powell y Pressburger, hasta chistes a expensas de The Godfather y el fucking Snyder Cut. ¿Le gusta la comedia? Esta es una de las mejores del año, y la estupenda actuación de Ryan Gosling (First Man) como Ken es una de las razones principales de ello. Ya era hora que lo dejaran volver a hacer reír (los admiradores de la criminalmente subvalorada The Nice Guys sabemos la que hay desde hace años).
Y por último, y esta será quizá la pregunta más significativa, ¿es usted feminista? No “feminista” como algunos sectores han querido viciar la palabra. El feminismo no pide trato especial; pide trato igual. No discrimina, menosprecia, ni mucho menos sugiere superioridad. Gerwig es explícita a la hora de exponer cómo toda estructura jerárquica de poder es inherentemente injusta. ¿Cree usted que las mujeres deben tener los mismos derechos, libertades y oportunidades que los hombres? Pues sepa que Barbie es un contundente manifiesto a favor de este principio, y uno que llega en tiempos cuando se está viendo seriamente amenazado. El hecho de que lo haga a través de la subversión en una producción de carácter comercial, acerca de una muñeca que en algún momento llegó a representar la antítesis del movimiento, lo hace más impresionante y uno de los filmes más singulares que estrenarán este año.