Cinediario: el maratón de fin de año
Lo bueno, lo malo y lo feo de la carrera para ver y escoger los mejores estrenos de los pasados meses.
Desde que soy miembro de algún grupo de críticos de cine, todos los meses de noviembre han sido la misma historia. Durante los días previos a la celebración de Acción de Gracias, el buzón (tanto el virtual como el de verdad) se inunda de copias en DVD e emails con enlaces para ver decenas de los mayores largometrajes del año. Muchos de ellos jamás estrenaron en Puerto Rico o están por estrenar entre finales del año corriente y el principio del próximo. Para quienes sí nos gusta el caldo, estas dos tazas no caen nada mal, pero al mismo tiempo, encuentro que no es una práctica que beneficie a quienes nos envían estas películas, especialmente cuando su meta es que las veamos, las nominemos y, eventualmente, votemos por ellas.
Exprimir decenas de filmes en las últimas seis semanas del año no le conviene a nadie, ni a los artistas que aspiran a algún premio, ni a los críticos que los otorgamos. En las pasadas semanas he visto una treintena de ellos y la mayoría ya se encuentran pasando lentamente al olvido. Esto no se debe necesariamente a su calidad, ya que he visto unos muy buenos, pero cuando se ven tantos de corrido, no hay manera de concederles el tiempo requerido para que se asienten, contrario a estrenos como Oppenheimer, Past Lives y Across the Spiderverse, con quienes ya llevo meses “viviendo” con ellos. A estas alturas del juego (el juego siendo la temporada de premios), lo que sea que vaya a ver de aquí al veintipico de diciembre tiene que ser algo instantáneamente trascendental como para dejar una huella y colarse en mi lista de lo mejor del año, que a su vez lo haría candidato a llevarse alguna de mis nominaciones a los Critic’s Choice. De la veintena de películas que me quedan por ver, mis prioridades son: Godzilla: Minus One, The Taste of Things, The Zone of Interest, Perfect Days y Tótem (si les interesa, este es mi watchlist en Letterboxd). Al momento, mi Top 10 tiene seis posiciones prácticamente congeladas, así que en las próximas semanas posiblemente habrá uno que otro rewatch para definir las posiciones (la #1 y #2 dudo que se muevan) antes de la publicación de mi lista el último jueves del mes, como acostumbro a hacer.
Es más o menos durante esta temporada del año donde sinceramente empiezo a sentir que me apesta el cine. Esto se me quita tan pronto descubro una tremenda cinta o -en casos extremos- a principios del año siguiente cuando hago detox viendo lo que me da la gana, y no necesariamente lo que tengo la obligación de ver. Y es entonces cuándo empiezo a preguntarme, “¿quién me obliga? ¿Por qué sigo haciendo esto? ¿Hasta cuándo lo haré? ¿De qué vale?”. Dudo mucho que algún día genuinamente me canse del cine, pero sí alcanzo a ver un futuro en el que dejo de hacerlo para comentarlo públicamente y solo lo hago porque me encanta. La verdad es que este oficio ya no es un oficio, y dejó de serlo hace bastante tiempo. No se valora en ningún medio, y los que aún le tienen reservando algún rincón en sus páginas o tiempo al aire, lo mantienen única y exclusivamente para llenar el espacio con algo. Pero disculpen el pesimismo. No me hagan mucho caso. Es parte del típico y trillado midlife crisis por el que, supongo, estoy atravesando.
Lo que sí he notado -que pudiera o no estar relacionado a los sentimientos expresados en el párrafo anterior- es que mi “consumo” de cine también ha sufrido un bajón. Un bajón para mí, no para un ser humano normal. Este año no he visto tantas películas como en el 2022, cuando rompí mi propio récord con 421. Actualmente, apenas llego a las 300 (283), pero confío en que mínimo llegaré a ese número redondo antes del fin del año. He estado viendo muchos estrenos entre octubre y noviembre, pero cada vez me es más recurrente la inclinación por buscar algo viejo que no haya visto, o revisitar alguno de mis largometrajes favoritos, que ver un estreno. Esto, también, podría estar relacionado a lo que ya les comenté, así como a cuán pobre ha estado la oferta comercial en los pasados años. Sí, el cine siempre ha sido un negocio, pero considero que antes existía un mejor balance entre el arte y el comercio. Últimamente se les ve demasiado la avaricia.
Pero anyway, me encuentro justo en el medio de la época de ver puros estrenos, así que si les interesa saber qué he estado viendo y qué me ha parecido, sigan leyendo para un recuento de lo bueno, lo malo y… eh, Saltburn.
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