Héroes galácticos y un cobarde con "mommy issues"
Esta semana, James Gunn le devuelve la confianza a Marvel con la tremenda Guardians of the Galaxy Vol. 3, mientras que el director Ari Aster estremece y confunde al público con Beau is Afraid.
Es una semana agridulce para Marvel. Por un lado -el dulce-, el estudio acaba de estrenar en los cines lo que meritoriamente ha sido descrito como su mejor película en… ¿meses? ¿Años? Si le preguntan a mi hijo, les diría que “EVER”. Aunque no aún no estoy ready para declarar lo mismo, Guardians of the Galaxy Vol. 3 ya ocupa un lugar en mi Top 5 del MCU. Cabe señalar que cuando la vi por primera vez la semana pasada, estaba en la posición #7. Tras verla por segunda vez en IMAX, saltó a la #3. ¿Precipitado de mi parte? Maybe. Quizá es que han sido tantas las decepciones últimamente que me dejé llevar por la emoción de ver un largometraje de Marvel que se siente como uno de sus primeras fases. O sea, it's THAT good.
Por el otro lado -el agrio-, Marvel le dice “adiós” a varios de sus mejores personajes y, por ende, a sus actores. Tanto Zoe Saldaña como Dave Bautista han sido enfáticos en que no regresarán. Mientras la partida de estos dos dejará un vacío (la verdad es que no quedan muchos personajes muy queridos del MCU pre-Endgame), la pérdida más significativa será la salida de James Gunn, posiblemente el cineasta más talentoso con el que contaba el estudio. Muy a tono con el espíritu de los Guardians que él desarrolló a través de tres filmes, el director y guionista se despide como uno de esos “badasses” cinematográficos, demasiado cool para mirar hacia atrás a la explosión que deja a sus espaldas. Esta es, por supuesto, mi fantástica apreciación de los acontecimientos, ya que en la realidad Gunn ha sido todo un profesional, perfectamente humilde y cortés con su movida de Marvel a ser la cabeza del nuevo DCU en Warner Bros., aun cuando tendría razones válidas para comportarse de otra manera. Pero lo cierto es que no hay nadie ahí capaz de hacer lo que él hace, especialmente con personajes como estos, relativamente desconocidos. Y “ay” de quien se atreva a usarlos en futuras cintas. Estarán destinados al fracaso.
Si Guardians of the Galaxy Vol. 3 funciona tan bien como lo hace, lo es gracias a él, quien ha demostrado poseer un don para combinar la vulgaridad y las tonterías con momentos de genuina emoción. El poder de la tercera y última parte de esta trilogía queda constatado mediante los sentimientos que emanan de los estrechos vínculos que nosotros como espectadores hemos formado con “Peter”, “Gamora”, “Drax”, “Groot”, “Mantis” y, en especial “Rocket”, quien para mí fácilmente sobresale como el mejor personaje del MCU y el que, increíblemente, acabó con mi arco dramático favorito de esta saga multi-fílmica. Que no quepa la menor duda: Vol. 3 es una absoluta manipulación emocional de principio a fin, que constantemente juega con nuestras expectativas de lo que suele ocurrir cuando se habla de finalizar una historia, pero Gunn sabe exactamente cuáles botones oprimir para hacernos creer que las cosas pasarán de una forma cuando, en realidad, si lo pensamos bien, él no habría sido capaz de tirarse por esos senderos tan trágicos. Esto, sin embargo, no le resta seriedad a su propuesta, y vaya que esta película se pone “dark as fuck” en ciertos momentos. "Trigger warning” para las personas que no toleran ver a animales maltratados, incluso cuando estos son puro CGI.
Lo otro que contribuye a que Vol. 3 sea efectiva es el hecho de que es exclusivamente acerca de los Guardians. Aquí no hay mención del multiverso, el mundo cuántico, los “celestials” ni mucho menos el mamalón de “Kang”. Lo único que importa es cerrar los respectivos arcos de estos personajes, tanto los individuales como el colectivo, y a cada uno se le concede su momento para brillar en pantalla. No puedo acabar este escrito sin mencionar a Chukwudi Iwuji como el “High Evolutionary”. Permiso, ¿”Kang” quién? ¡ESTO es un villano! El actor británico -que trabajó con Gunn en Peacemaker- es el mejor antagonista que ha tenido Marvel. Sí, mejor que “Thanos”, que habrá sido muy poderoso e imponente, pero jamás fue ni remotamente tan despreciable como este infeliz. Las motivaciones del “High Evolutionary” quedan claramente establecidas desde el arranque y son profundamente personales, lo cual nos involucra más en la trama. No se trata de otro genérico enemigo con aspiraciones de destruir/gobernar el universo (Kang, ZzzzZzzz), sino de un demente con ínfulas de dios, dispuesto a hacer lo que sea para cumplir con su cometido.
No sé qué será del MCU después de Guardians of the Galaxy Vol. 3. Por supuesto que continuará, pero ¿hay algo en el horizonte que me emocione? No. Ya ni la idea de Fantastic Four me entusiasma, a pesar de llevar décadas esperando una buena adaptación cinematográfica. Por el contrario, miro hacia DC, y los planes que Gunn ha anunciado, y veo las posibilidades de lo que podría ser: un nuevo comienzo, con alguien al mando que no solo ha probado saber lo que está haciendo, sino que verdaderamente ama los cómics. Antes de ver Vol. 3, no estaba seguro de que Gunn era la persona adecuada para escribir una nueva película de “Superman”. ¿Ahora? Creo que es el tipo correcto, y estoy loco por que sea julio del 2025 para ver si le sale. ¿Se me dará? ¿Veré una buena cinta del hombre de acero por primera vez en más de 40 años? Dedos cruzados.
Beau is F*CKED UP sería más apropiado
Si van a ver la nueva película del director Ari Aster y perciben en el aire un olor a quemado, no es que haya habido un problema con el popcorn en el concesionario, es que están oliendo los $35 millones de A24 ardiendo en llamas en pantalla.
Honestamente no sé qué pensar de Beau is Afraid. Había visto las opiniones diametralmente opuestas que salieron poco después de su estreno en Estados Unidos el mes pasado. En un lado estaban las que usaban palabras como “masterpiece”, y en el otro leí casi el mismo número de cinéfilos que la describieron como “pretentious junk”, entre otras cosas. Muy pocas caían en algún punto intermedio, ¿que creo que es donde yo estoy? Mi reacción inmediata después de verla fue esa, pero les mentiría si dijera que no llevo días pensando en ella, lo que suele ser señal de que me gustó más de lo que pensaba.
Joanquin Phoenix interpreta a “Beau”, un tipo cuarentón que se ve más viejo de lo que es, pálido y enfermizo, que se apresta a visitar a su madre en el aniversario de la muerte de su padre cuando su mundo se le viene encima de múltiples y desquiciadas maneras. No hay manera de hacerle justicia a todo lo que acontece en la trama, así que ni lo voy a intentar. Además, parte del “fun” es descubrirlo uno mismo, pero digamos que aquí se mezcla desde La Odisea de Homero hasta el complejo de Edipo. Tras recurrir al horror satánico en Hereditary y al de culto en Midsommar, aquí Aster explora el existencial a través de un personaje extremadamente perturbado y ansioso, por razones que resultarán obvias y, eventualmente, explícitas. Muy, muy explícitas.
Yo siempre voy a tener cierto grado de admiración por estos cineastas que se arman de su recién adquirido éxito para conseguir el financiamiento de su proyecto más personal, original y descabellado, y verlos tirarse de pecho sin importarles que a tan siquiera una persona le guste. A veces salen películas extraordinarias, como Inception, de Christopher Nolan, o The Fountain, de Darren Aronofsky, a veces acaban en el polo opuesto, como Battlefield Earth o After Earth, y muchas veces terminamos con largometrajes de la talla de Heaven’s Gate y Cloud Atlas, supuestos “desastres” que son tardíamente apreciados.
Recientemente tuvimos Babylon, de Damien Chazelle, un peliculón que fracasó increíblemente en la taquilla y no impresionó a la mayoría de los críticos estadounidenses que leo. Con los internacionales le fue muchísimo mejor. Esta es exactamente el tipo de osada propuesta cinematográfica que ya casi no se ve. Antes se podía contar con los estudios para botar dinero en estas producciones (a Paramount le costó unos $80 millones Babylon) pero “la cosa ‘ta mala” en Hollywood hace par de añitos, así que ahora los directores tienen que recurrir a pequeñas casa productoras como A24. Y, ¿saben qué? Qué bueno que existen. No soy de esas personas que rezan ante el altar de A24 (no soy devoto de ninguna compañía, por más buena que parezca), pero sin ella no tendríamos muchos de los mejores filmes de los últimos años. Soy 100% pro este tipo de arte osado, fácil de admirar pero a veces difícil de querer. Imágenes e historias que me reten como espectador, y Beau is Afraid no es nada sino retante. Necesitamos más películas como estas, aunque no gusten. Sin ellas, estamos condenados a ser un público pasivo.
Paradójicamente, a pesar de que Hereditary y Midsommar me gustaron más, considero que Beau is Afraid es -hasta el momento- el mejor trabajo de Aster, un cineasta que para mí ha demostrado ser mejor director que guionista. Aunque no lo son, sus primeros dos filmes los encuentro más obvios y convencionales. Este último se siente único y original. No tenía la más remota idea de hacia dónde se dirigía de un momento al otro, y aunque al final no funcionó del todo para mí, hay algo en él que todavía me tiene el cerebro dando vueltas. Pensé que no necesitaba verlo otra vez, pero tras escribir todo esto, ahora le tengo muchas ganas a un rewatch.
¿Qué tienen en agenda para ver? ¿O qué ya vieron? Déjenme saber abajo en los comentarios. ¡Buen fin de semana!