“Ant-Man and the Wasp: Quantumania”: entretenimiento tamaño hormiga
La más reciente película de Marvel continúa mostrando a un universo cinematográfico en busca de dirección.
Algo no anda bien en Marvel Studios. La chispa, la emoción, la… “magia”, ya no está ahí, al menos para este servidor, quien -aunque algunos con memoria corta no lo recordarán- fue un aliado hasta hace relativamente poco. El MCU no ha sido el mismo desde Avengers: Endgame. La mayoría de sus fans -incluso los más devotos- lo saben, aunque no quieran admitirlo. Estos nos dicen que “es que tienen que tener paciencia, están haciendo el “set-up” pa’ lo que viene en camino, el próximo evento”, pero la veintena de largometrajes que precedieron la llegada de “Thanos”, no todos habrán sido memorables, pero al menos entretenían y funcionaban, tanto por sí solos, como parte de un todo. Más importante aún: tenían carácter propio. Los filmes de Captain America evocaban los dramas militares o de espionaje; los de Thor eran tontitos, operáticos y divertidos; Guardians of the Galaxy se caracterizaron por su actitud rebelde; mientras que los de Ant-Man, no habrán sido los más ambiciosos, pero eso era parte de su encanto, su combinación de apuestas bajas y comedia amena, dos cualidades de las que apenas hay rastro en Ant-Man and the Wasp: Quantumania.
La tercera aventura del superhéroe ha sido seleccionada como la encargada de iniciar la llamada 5ta Fase del MCU. Esto significa que ya no puede seguir su propia línea, sino que ahora tiene que servir como la introducción a lo que -según nos aseguran los fans- será el próximo gran evento, llamado Secret Wars, una “épica” guerra entre los multiversos, concepto teórico que, narrativamente, no podría ser más contraproducente a trazar un sólido arco dramático, pues las consecuencias son prácticamente nulas. El principal antagonista de esa nueva hecatombe cósmica lo es “Kang the Conqueror”, a quien conocimos brevemente en la serie de Loki (o, al menos, una variante de él), y quien aquí vuelve a ser interpretado por Jonathan Majors, uno de los actores más calientes del momento, talentoso por demás. Sin embargo, se suele decir que las primeras impresiones son muy importantes, y si este va a ser el próximo gran villano del MCU, “Kang” deja mucho que desear.
El pobre desarrollo de “Kang” no es el único problema de Quantumania, pero ciertamente es el más significativo y el principal culpable de que el resto de la película resulte tan banal, pues su única razón de ser es convencernos que este tipo es la nueva amenaza, algo que no hace satisfactoriamente. Peor aún, sin entrar en spoilers, una de las escenas post-créditos convierte todo lo que acabamos de ver en una gran pérdida de tiempo. Ese es el problema de los multiversos: nada importa, no hay reglas, las pocas que hay se reescriben a conveniencia y todo es fácilmente reemplazable/remediable. Majors no tiene mucho con qué trabajar más allá de un disfraz llamativo y extremadamente fiel a las páginas de los cómics, pero su personaje carece de un claro propósito para querer conquistar y destruir universos. Por más irracionales que sean las motivaciones de un villano, para el espectador es vital conocerlas y entenderlas. Es una de las razones por la que “Thanos” resonó con el público.
¿Y qué del resto de los personajes? Meros pasajeros en su propia serie, con sus intérpretes notablemente desilusionados por la experiencia de tener que filmar el 97% de sus escenas frente a una pantalla verde, con indistinguibles y genéricos efectos especiales de fondo. Su tedio es evidente, incluso contagioso, y trasciende la pantalla. Uno esperaría, mínimo, algo de comedia de unas películas que hasta ahora habían sido bastante graciosas (el verdadero mayor pecado de la producción es no haber traído de vuelta a Michael Peña), pero ni el tremendo Paul Rudd parece estar comprometido con esta historia que lleva a “Scott Lang” y su familia de vuelta al universo subatómico conocido como el “Quantum Realm”. Allí se dividen en dos grupos -“Scott” y su hija, “Cassie” (Kathryn Newton), en uno, y “Janet Van Dyne” (Michelle Pfeiffer), “Hank Pym” (Michael Douglas) y “Hope” (Evangeline Lilly), en otro- y se encuentran con que “Kang” ha conquistado este mundo, por lo que unen esfuerzos con otros seres para liberarlo. Pfeiffer es quien mejor queda parada, y con mayor tiempo en pantalla que en la cinta anterior, pero en general nadie cuenta con buen material en esta ocasión.
Como prólogo a Secret Wars -filme que no veremos hasta mayo 2026-, Quantumania no es Iron Man (2008) ni mucho menos The Avengers (2012). Es más bien el primer episodio de una nueva temporada de televisión (de esas que los fans te aseguran “síguela viendo que en el octavo episodio se va a poner buena”), un capítulo inicial que no consigue introducir con aplomo ni a los personajes ni lo que está en juego para el resto del universo, y mientras bien es cierto que aún quedan más de tres años y varios filmes y shows para construir un argumento, lo que se ofrece aquí son meras migajas, lo que denota una vagancia de parte de Marvel. ¿Recuerdan cómo el estudio nos vendió efectivamente la idea de “Thanos” por años a través de escenitas en los créditos? ¿Y luego cómo cumplió todas esas promesas en Infinity War? Pues esta película es una escena post-créditos de dos horas de duración, solo que, contrario a las que duran 45 segundos, esta no deja a uno anticipando la próxima entrega.