Un "Parto" natural
Las jevas de Teatro Breve dan el salto de las tablas al cine con una agridulce comedia acerca de lo mucho que hay que pujar para lograr algo bueno.
Me encantaría poder hablarles del final de Parto, la nueva película del colectivo Teatro Breve, pero considerando que estrenó ayer, sería inapropiado incurrir en spoilers. Así que digamos que la cinta, acerca de cuatro amigas que se reúnen en una casa para acompañar a una de ellas a dar a luz, no termina donde uno esperaría que lo hiciese la típica comedia de enredos, prefiriendo despedirse del público con un llanto en lugar de risas.
No que haya algo trágico en este filme cuyo norte es entretener y divertir, pero como suele ser la norma en las producciones teatrales de este reconocido grupo de artistas, detrás de las carcajadas y el vacilón, siempre hay algo que decir, señalar o comentar acerca de la situación o tema sobre el que desarrollan sus premisas. “Reír para no llorar”, parecería ser su lema, y considerando todas las lágrimas que se están derramando actualmente por… lo primero que le aparezca en pantalla cuando entra a las redes sociales, las risas no podrían ser más bienvenidas.
En el caso de Parto, las circunstancias del argumento abren las puertas para examinar los distintos roles que asumen las mujeres: la madre, la esposa, la profesional, la ama de casa, o cualquier combinación de todas las anteriores, y cómo estos arquetipos realmente son una forma muy simplona de describir a una persona. Cada una de las protagonistas -interpretadas por Lucienne Hernández, Isel Rodríguez, Kisha Tikina Burgos y Lourdes Quiñones- se encuentra atravesando su propio proceso “parto”, ya sea romántico, profesional, personal o literal, y verlas “pujar” para alcanzar sus respectivas metas es lo que verdaderamente las define como personajes.
Elegantemente dirigido por Vivian Bruckman, el largometraje marca el debut de Hernández como guionista, y si bien su pericia cómica la empujaba a querer hacer más chistes -según asevera en la entrevista a continuación- el que haya suprimido ese impulso denota una instinto como escritora que es precisamente lo que hace que el punto final de Parto (o más bien, los puntos suspensivos) resulte tan particular. Pero para saber a qué me refiero, tendrá que ir a ver la película y disfrutar de su encanto natural, tan natural como el salto de las jevas de Teatro Breve de las tablas al cine.