Gyllenhaal y Maslanay brillan en "Stronger"
El drama del director David Gorden Green se basa en una historia real del atentado durante el Maratón de Boston.
Las historias de superación, en especial aquellas que vienen con la etiqueta “Basada en una historia real”, acostumbran a estar en temporada para el último trimestre del año. Con ellas vienen los actores y actrices que “se tiran de pecho” en papeles que los fuerzan a verse “feos” y elevar el drama con miras a conseguir nominaciones a los premios que se avecinan. Stronger definitivamente cae dentro de esta categoría, pero bajo la dirección de David Gordon Green, encuentra la honestidad y seriedad que a tantas otras películas de esta índole se les escapa.
En su centro está Jake Gyllenhaal –sí, en una de esas actuaciones-, como Jeff Bauman, un empleado de Costco que perdió ambas piernas a consecuencia de una de las bombas que estallaron en el Maratón de Boston en el 2013. Sin embargo, Jeff no estaba ahí corriendo, sino esperando en la meta a Erin Hurley, con quien estuvo relacionado románticamente en más de una ocasión. Erin es interpretada en el filme por Tatiana Maslany, protagonista de la serie Orphan Black, y si las mencionadas nominaciones que pudiese recibir este filme no la incluyen a ella, será una verdadera injusticia.
Gyllenhaal está perfectamente bien, entregado de lleno a un rol que le exige tanto en lo físico como en lo emocional. Su actuación lo lleva a lugares que lo retan histriónicamente, y a través del tacto de Gordon Green, establecen una marcada diferencia entre la verdadera fuerza de carácter y el sentimentalismo barato que solo busca forzar el llanto. Pero es Maslany la que se roba el foco de atención, con un temple que transmite a su personaje mediante partes iguales de ternura y valentía. Es el trabajo menos obvio de los dos, pero ciertamente el más poderoso, el centro emocional del filme.
Junto a ella, es necesario destacar la interpretación de la británica Miranda Richardson como Patty Bauman, la madre de Jeff, dominando el grueso acento bostoniano al punto de hacer creer que es natural del ahí. Patty es la otra parte de Jeff: la de los excesos, la del alcoholismo y la dejadez. Richardson se luce como la veterana que es, ganándose tanto la pena como el desprecio del espectador. Con ella y Maslanay representando ambas mitades del personaje de Gyllenhaal, es natural que este no brille tanto, aunque no está exento de sus propios méritos. Simplemente ha impresionado más en otros papeles recientes.
El guión de John Pollono –basado en el libro biográfico coescrito por el propio Bauman- evita las trampas del patriotismo excesivo que alguien como el director Peter Berg habría colocado en primer plano, como lo hizo en Patriots Day, acerca del mismo atentado. No hay barras ni estrellas ondeando en close-ups, y cuando alguien expresa el cliché “Si hacemos eso, estamos dejando que los terroristas ganan”, la respuesta que recibe subraya la banalidad de ese argumento. La dirección de Gordon Green favorece la sencillez de sus raíces independientes, donde el desarrollo emocional del protagonista se coloca al frente, enfocándose más en los estragos psicológicos que en los hechos del suceso, poniendo lo personal por encima de lo colectivo.
Tragedias como la de Boston suelen inspirar múltiples películas. Esta es una de las buenas.