Ruptura y nacimiento: en defensa de los riesgos tomados por "The Last Jedi"
El director y guionista Rian Johnson no le dio a todos los fanáticos exactamente lo que querían, y eso es bueno.
Spoilers masivos de The Last Jedi a continuación.
“Let the past die. Kill it if you have to”.
Esta frase, expresada por “Kylo Ren” en Star Wars: The Last Jedi, representa la médula del libreto del director y guionista Rian Johnson. Es una orden violenta, que sacude los cimentos de esta galaxia, derribando las estatuas erigidas a los viejos “dioses” con miras a construir algo nuevo, capaz de perdurar 30 años más y expandir su alcance dentro de la cultura popular. Las transformaciones, sin embargo, rara vez llegan sin dolor ni sacrificio, y es por esto que hoy nos encontramos con tantos aficionados de Star Wars divididos en dos bandos: los que defendemos los riesgos tomados por Johnson y aquellos que los rechazan vehementemente.
Las expectativas siempre son un arma de doble filo, pero estas son fabricadas puramente por el espectador. La única realidad que existe en pantalla es aquella creada por los cineastas.
Como fans, es natural aferrarnos al pasado, a querer ver más de lo mismo, a regresar al cine para otra ración de aquel cereal que tanto nos gustó cuando éramos niños. Eso fue lo que nos dio J.J. Abrams con The Force Awakens, y eso era justo lo que necesitábamos ver en aquel momento: un reconfortante retorno al pasado que nos recordase todo lo que amábamos de Star Wars y que muchos extrañamos en las decepcionantes precuelas de George Lucas. Eso, también, lo obtuvimos de Rogue One. Los últimos 45 minutos de ese filme son pura nostalgia, una deliciosa dosis de “fan service” que me saboreé desde que escuché la voz de “Gold Leader” hasta que “Darth Vader” masacró a los rebeldes y la “Princesa Leia” tomó en sus manos los planos del “Death Star”.
Pero esto no es lo que ha sido The Last Jedi. Y no podía serlo.
Me parece absurdo tener que defender una película con un 94% de aprobación en Rotten Tomatoes, pero la cantidad de comentarios negativos que he leído este pasado fin de semana me llevan a hacerlo. Con esto no quiero sugerir que los que quedaron insatisfechos con esta nueva entrega en la saga espacial están mal, sino explicar por qué considero que Johnson tomó las decisiones correctas con el capítulo central de esta trilogía.
Expectativas versus realidad
Las expectativas siempre son un arma de doble filo, pero estas son fabricadas puramente por el espectador, en particular aquellos que tienden a sobre analizar minuciosamente cada detalle de una película años antes de su estreno. La única realidad que existe en pantalla es aquella creada por los cineastas. Usted la acepta, o no. A mi entender, una de las molestias principales con The Last Jedi nace del hecho de que Johnson no proveyó las respuestas que ellos esperaban a las interrogantes planteadas en The Force Awakens y subvirtió todas las expectativas, algo que para mí hace la película más interesante, al no recorrer el camino esperado.
¿Quiénes son los padres de “Rey”? Aparentemente, nadie de importancia a esto. “Kylo Ren” -y cabe subrayar que esto lo dice para convencer a “Rey” de que se una él- le informa que eran dos "donnadies" que la vendieron para conseguir dinero para beber, y ruego que así se quede. La saga de los Skywalker ha sido la columna vertebral de seis de los ocho episodios. Ya es hora de pasar el batón. La Fuerza, como dice “Luke” en el filme, no pertenece a los Jedi. Tampoco es exclusiva de los Skywalker. Haber revelado a “Rey” como la descendiente de “Obi-Wan”, “Jyn Erso” o cualquiera de las otras innumerables teorías inventadas por los fans en los pasados dos años, habría sido extremadamente predecible y, peor aún, miope. Johnson democratiza la Fuerza y la pone en manos de aquél o aquella que quiera seguir su camino.
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¿Quién era “Snoke”? A esto tengo que responder, ¿a quién le importa? Evidentemente, a muchas personas. El “Supreme Leader” es un personaje que me disgustó desde que lo vi proyectado como un holograma en el Episodio VII, una mezcla del Mago de Oz con “Voldemort” que nunca me cuadró dentro de este universo. Al verlo en The Last Jedi -sentado en su espectacular “throne room” con guerreros vestidos de rojo-, me invadió el sentido de déjà vu que impera a lo largo de The Force Awakens, recreando una situación idéntica a la vista en Return of the Jedi entre “Darth Vader”, “Emperor Palpatine” y “Luke Skywalker”. “¿Otra vez esto?”, pensé al ver la escena de confrontación entre “Snoke”, “Kylo” y “Rey”, pero el resultado fue totalmente distinto.
Contrario al ejercicio realizado por Abrams, que parte de la nostalgia, el acercamiento de Johnson a este material funciona a base a tomar esos ecos del pasado y orquestarlos de manera de manera tal que produzcan nuevas armonías. El director nos presenta algo familiar solo para luego virarlo de cabeza. El pasado de “Snoke” no es importante porque todo seguidor de la serie sabe lo que él representa. Su función en la historia es servir de escalón para “Kylo” en su sed de poder y sumergirlo aún más en el lado oscuro. Salir de él sin pena ni gloria me parece una de las mejores decisiones que pudo haber tomado.
El villano de esta trilogía lo es “Kylo Ren”, y aquel que quiera saber más de “Snoke” seguro encontrará información en algún cómic o novela a publicarse próximamente. Aprecio el hecho de que Johnson mantenga a “Kylo” como un villano irredimible. Pensar que “aún hay bien dentro de él” después de cometer parricidio lo encuentro extremadamente ingenuo. Por más que actualmente exista curiosidad por presentar el lado humano de, por ejemplo, los supremacistas blancos -como recién hizo The New York Times en un controvertible artículo-, la cruda realidad es que existe gente mala. La historia está repleta de tiranos, y Star Wars aquí suma otro.
Humor espacial
“The Last Jedi es una muy buena película de Marvel”, es una de las maneras que he visto descrito el humor del largometraje, como si Star Wars nunca hubiese contenido sus pinceladas de comedia, como si “R2-D2” y “C-3PO” no hayan sido desde el principio los bufones de esta saga, el necesitado “comic relief”. ¿La accidental y tonta muerte de Bobba Fett? ¿El comportamiento de Yoda antes de revelar que es Yoda? ¿Los Ewoks? ¿Jar Jar FUCKING Binks? Odiaremos al insoportable gungan con pasión desmedida, pero su inclusión fue explícitamente un intento fallido de introducir humor. No nos habrá dado gracia a nosotros los más adultos, pero estaba ahí.
Solo hay dos “chistes” que podría comparar con el tipo de comedia que se observa en las películas de Marvel. El primero es la llamada de “Poe Dameron” a “Hux” y el segundo es “Rey” pidiéndole a “Kylo” que se ponga una camisa cuando se comunican a través de la Fuerza. La llamada encuentro que es un anacronismo dentro de este universo, mientras que el otro comentario cae en el medio de una secuencia seria y se siente fuera de lugar. Por lo demás, “¿why so serious?”.
El dilema con “Luke”
Abordar a un personaje tan querido como “Luke Skywalker” más de tres décadas después de haberlo visto por última vez, fue uno de los mayores retos de Johnson como guionista. La ruta fácil habría sido mantenerlo igual, así como “Leia” y “Han Solo” regresaron básicamente inalterados en The Force Awakens. Si este no es el héroe que recuerdas, es porque no lo es. Su fracaso como mentor de “Ben Solo” lo llevó a aislarse, no solo del mundo, sino también de la Fuerza, pero su caída solo hace más satisfactoria la forma como se levanta.
“Luke” y “Kylo” son reflejo el uno del otro, dos caras de la misma moneda. Ambos se intoxicaron con sus propias leyendas.
Me encantaría poder citarlo, pero el discurso de “Luke” a “Rey” que gira en torno a la “segunda lección” encapsula perfectamente la idea detrás de este giro en el personaje. “Luke” se creyó su propia leyenda, pecó de soberbio, y al hacerlo provocó la creación de “Kylo Ren”. “Nunca conozcas a tus héroes”, dice un viejo proverbio, y esto es lo que encuentra “Rey” en la isla de Ahch-To, la verdad detrás de la leyenda de “Luke Skywalker”. Pero si bien es cierto que no existen héroes perfectos, es en la importancia de estos como símbolos donde reside su verdadero poder. Así lo fue para “Rey” y lo es ahora para los niños que figuran en la última escena de The Last Jedi.
Como todo fanático de Star Wars, Johnson venera la figura de “Luke”. El emocionante final es prueba de esto. La manera cómo lo retrata en su enfrentamiento con “Kylo” en Crait contrasta con las escenas en Ahch-To, con ángulos que resaltan su figura y lo hacen ver más grande que grande. Pero para que nosotros lo podamos ver así -como lo ven los miembros de la resistencia cuando aparece entre ellos, incrédulos de estar ante su presencia- era necesario presentarlo como el ermitaño hastiado. “Luke” y “Kylo” son reflejo el uno del otro, dos caras de la misma moneda. Ambos se intoxicaron con sus propias leyendas y son víctimas de ellas. El primero se creyó la suya y pagó por hacerlo, mientras que el segundo está tan obsesionado con convertirse en una, con igualar o superar a “Darth Vader”, que se ve cegado por su avaricia.
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Y en cuanto a la “muerte” de “Luke” -aquel que crea que el viejo Jedi no regresará en el Episodio IX como un fantasma, quizás nunca ha visto una película de Star Wars- la encontré digna y apropiada. Llamarlo “cobarde” porque no fue a Crait le resta al espectacular estado de “Force Nirvana” que alcanza y su plan de distraer a “Kylo” para salvar a su hermana y los otros rebeldes. Su enfrentamiento con “Kylo” -filmado como si se tratase de un duelo de samuráis, con pocos movimientos y miradas intensas- era más acerca del juego mental, y no sobre sus destrezas con los lightsabers.
El próximo episodio
La muerte de Carrie Fisher prácticamente asegura que Episode IX arrancará con la muerte de “Leia”. Según Johnson deja las piezas posicionadas al final de The Last Jedi, no me sorprendería que hubiese un salto en la historia de cinco a diez años de manera que la rebelión ya se encuentre mejor formada e incluso, quizás, haya más Jedis en entrenamiento. Un buen punto de partida, que solucionaría la penosa realidad de no poder contar más con la presencia de Fisher, sería arrancar con el funeral de la princesa.
Sin embargo, este soy yo, especulando. Lo que sí me queda clara es la intención de Johnson de que de aquí en adelante Star Wars pertenezca a otra generación de héroes. Sin “Han”, “Luke” y “Leia”, el pasado queda oficialmente destruido, mas esto no es algo que lamentar. Todo aquel que quiera continuar viendo aventuras espaciales en esta galaxia debe estar abierto a los cambios. Pueden tener por seguro que vendrán malas películas de Star Wars -la de Han Solo me tiene sumamente escéptico- pero The Last Jedi no es ni remotamente una de ellas.
¿Saben cuál otro episodio de la serie se sintió bien diferente y no fue del gusto de todos cuando estrenó? The Empire Strikes Back, considerada como la mejor entrega de la saga. Así que se podría decir que el largometraje de Rian Johnson está en excelente compañía.