Entre "Madame Web" y "Bob Marley", considere las alternativas
La cartelera comercial del 2024 continúa de mal en peor, con los dos estrenos de la semana siendo una cinta de superhéroes de tercera y un biopic pasado por agua.
Resulta que la razón por la que todo el material publicitario de Madame Web se ve como la imagen que ven arriba es porque no hay más nada que se pueda extraer estéticamente de la película. Lo que ven es lo que hay. Es un look conocido en la industria como “cinematografía de drama policiaco televisivo transmitido por CBS los miércoles a las 10:00 de la noche”. Uno pensaría que al tratarse de una cinta de súper heroínas uno vería más de las protagonistas en sus respectivos disfraces, pateando traseros y realizando acrobacias en cámara lenta, pero no. Casi todo el material que ha sido revelado de ellas en la promoción luciendo sus arácnidos trajes es lo que acabó en el corte final del estreno de esta semana, uno que a duras penas cualifica como un filme relacionado al universo de “Spider-Man”.
Como historia de origen, Madame Web es un rotundo fracaso que raya en anuncio engañoso. Llamarla un “prólogo” sería una ofensa a los prólogos. Tras decenas de largometrajes de superhéroes, sé que estamos más que acostumbrados a que estos estén más enfocados en vender la promesa del próximo que en proveer una experiencia satisfactoria por sí solos, pero este que llegó ayer a los cines es un absoluto descaro, prácticamente un tráiler de dos horas para una secuela que (con suerte) jamás será filmada en la que, entonces, veríamos a estas actrices interpretar a los álter egos de sus respectivos papeles. Su única razón de ser es la retención de los derechos de “Spider-Man” por parte de Sony Pictures, aunque cabe recordarle al estudio que ellos solo están obligados contractualmente a sacar una película ligada al superhéroe de Marvel cada cinco años, así que cójanlo suave. Espárzanlas más. No es necesario sacar cosas como Morbius, esta última y -próximamente- Kraven the Hunter y Venom 3, tan seguido.
Dakota Johnson es una muy buena actriz que conoce dos o tres cosas acerca de protagonizar chatarra e -incluso- elevarla, pero el libreto de Madame Web hace ver a las tres entregas de 50 Shades of Gray como el Three Colours trilogy. Escrito por Matt Sazama y Burk Sharpless -las mentes detrás de otras “maravillas” como Gods of Egypt, The Last Witch Hunter, Dracula Untold y Power Rangers-, el guión parece haber estado engavetado desde el 1997, cuando los cómics eran fuchi y había que extirparles todo lo que los caracterizaba. Los poderes están pobremente explicados, el villano es un chiste, sus motivaciones no tienen sentido y el arco que se traza para las cuatro protagonistas carece del más mínimo desarrollo dramático. La insípida dirección de S.J. Clarkson y la esquizofrénica edición tampoco le hacen ningún favor a la producción. Existe un océano entre los filmes que saben que son malos y los que juran que no lo son, y entre las diferencias más significativas está el hecho de que los primeros suelen dar risa mientras que los segundos solo producen aburrimiento. Por lo general, este sentimiento se manifiesta exclusivamente en los rostros de los espectadores, pero en Madame Web es evidente en las caras de todo el elenco.
Esa misma falta de convicción histriónica está presente en el otro estreno comercial de la semana, Bob Marley: One Love, del director Reinaldo Marcus Green (King Richard), el más reciente ejemplo del subgénero conocido como el Wikipedia Bullet Points Biopic. Esta vez, el persistente mal del filme biográfico aguado le tocó al gran artista jamaiquino, cuyas inmortales canciones son lo único con un pulso en esta película tan falta de vida.
Aunque la trama aspira a recoger la amplitud del ícono del reggae -desde su infancia hasta la adultez-, el argumento se enfoca en el periodo en el que Marley trató de unir a Jamaica en un concierto pacífico cuando el país estuvo al borde de una guerra civil durante la década de 1970. El largometraje se divide entre estos tiempos tumultuosos en su tierra natal y el exilio autoimpuesto del cantante en Inglaterra, donde grabó muchos de sus mayores éxitos junto a los Wailers. Sin embargo, todos estos momentos se abordan de una manera frustrantemente superficial, y se tratan tan delicadamente con guantes de seda, que no debe sorprender a nadie el que la familia del intérprete -quien falleció en el 1981- esté detrás del filme. Marley no será la estrella más controvertible, pero si es evidente la intención de suavizar toda posible aspereza que pudiese hacerlo ver mal, como por ejemplo, sus múltiples infidelidades.
El resultado es una cinta bastante estéril que se conforma con simplemente recrear los eventos de la vida del artista, ampliamente conocidos y/o expuestos de manera más incisiva en otros medios y formatos, como lo es el excelente documental del 2012 del director Kevin Macdonald, titulado Marley. Mientras la actuación protagónica de Kingley Ben-Adir resulta pasable en las escenas dramáticas, el actor no logra capturar la incandescente energía del cantante en las secuencias musicales, haciéndolas ver como una blanda sesión de karaoke.
Mejor vean…
La verdad es que la cartelera comercial de enero y febrero ha estado difícil, pero si el cuerpo les pide cine este fin de semana (algo que entiendo perfectamente), consideren darle un vistazo a Lisa Frankenstein o I.S.S. Ninguna de las dos figurará en las listas de lo mejor del 2024, pero ambas están mucho más llevaderas que los estrenos de ayer. La primera es un ameno throwback a las cintas ochentosas como Heathers y Edward Scissorhands, acerca de una joven adolescente que se involucra sentimentalmente con un muerto viviente, mientras que la segunda acabó siendo una agradable sorpresa cuando me metí a verla el pasado martes sin saber nada de ella. Creo que es la manera perfecta de exponerse a ella, pero si necesitan una breve sinopsis, gira en torno a una situación de emergencia abordo de la Estación Espacial Internacional. Y también está The Beekeeper, la cual finalmente vi el pasado fin de semana, y es fácilmente lo mejor que he visto del director David Ayer (low bar, I know) y mi cinta favorita de Jason Statham desde Wrath of Man.
Regreso la semana que viene para hablarles de Dune 2.