"Nuyorican Básquet" exalta el patriotismo deportivo
El documental puertorriqueño rinde tributo tanto al baloncesto nacional como a sus jugadores y fanáticos.
De niño, mis héroes los veía proyectados en el cine, no corriendo en una cancha. Nací en Puerto Rico y soy boricua, pero como hijo de un mexicano y una cubana, nunca contraje esa pasión local por el baloncesto. En mi casa se le iba al América –uno de los equipos de balompié más populares de México–, no a los Piratas, los Cangrejeros ni los Cariduros, pero reconozco e, incluso, envidio ese fanatismo deportivo que jamás he sentido, como lo hago por algunos cineastas. Lo que sí comparto es el amor por el país, así como sus expresiones de fervor nacional, la clase de patriotismo que queda emotivamente plasmado en el documental Nuyorican Básquet.
El proyecto de los directores Julio César Torres y Ricardo Olivero Lora recoge la histórica gesta de los baloncelistas niuyorquinos que en la década del 1970 influenciaron el baloncesto nacional, con nombres como Raymond Dalmau, Georgie Torres, Rubén Rodríguez, Nestor Cora y Ángelo Cruz, entre otros. El filme toma los Juegos Panamericanos de 1979 como punto de partida para indagar en asuntos de identidad -el boricua de “aquí” versus el de “allá”-, tema directamente atado al estatus político que afecta todo lo que ocurre en este pedazo nuestro de tierra.
La racha de victorias de la Selección Nacional de Baloncesto en aquel evento que tuvo sede en Puerto Rico, sirve de irresistible hilo conductor a las ramificaciones históricas, sociales, económicas y –por supuesto- deportivas que se desprenden de la narrativa central. Escuchamos tanto a las personas dentro de la cancha como aquellas en sus márgenes, entrenadores de la talla de Julio Toro y Flor Meléndez –quienes tuvieron a su cargo la Selección durante los Panamericanos-, así como leyendas recién fallecidas, tales como el periodista y comentarista Elliot Castro, y Jenaro “Tuto” Marchand, cuyas aportaciones al baloncesto nacional son inmensurables. Los directores también lograron sentar frente a las cámaras al exgobernador Carlos Romero Barceló, figura controvertible para aquel entonces -y a quien le sigue fallando la memoria, según le convenga-, para responder a preguntas sobre su incumbencia y cómo esta atentó, no solo contra el deporte, sino contra el espíritu del país que apoyaba a sus atletas.
Entre anécdotas, recuerdos y vídeos de archivo, el documental traza una narrativa cautivante y muy bien hilvanada, siguiendo el dribleo del balón desde las canchas de Nueva York en las que adquirió su estilo “callejero”, hasta las locales, donde se propagó como una fiebre. Los portadores de este “virus” lo fueron jugadores como los mencionados anteriormente, ocho prodigiosos boricuas nacidos y criados en La Gran Manzana, que hicieron de aquel equipo del 79, uno para la historia, y dieron al baloncesto puertorriqueño una dimensión de calibre mundial.
Este fabuloso trabajo cinematográfico es un tributo no solo a ellos, sino a los boricuas en general, a los fanáticos que se viven cada donqueo, que abarrotan las canchas cada año con panderos y trompetas. Puerto Rico vive momentos difíciles. Está falto de héroes, de líderes. Acostumbramos a mirar al deporte en busca de ellos. Los bautizamos con nombres como Los 12 Magníficos o Los Nuestros para sentir ese latido en el pecho que nos hace olvidar nuestros múltiples lamentos y es capaz de conmover incluso hasta los más agnósticos deportivos, como este servidor. En este preciso momento, cuando el país está en la lona, Nuyorican Básquet es un documental no solo excelente sino necesario.
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