"Joker: Folie à Deux" c'est une merde
La miserable secuela al éxito taquillero del 2019 no es mala porque es un musical; es mala porque, entre muchas otras cosas, no entiende los musicales.
Todd Phillips es lo peor que le ha pasado a los musicales desde que Pierce Brosnan abrió la boca para “cantar” SOS en Mamma Mia!. Ni siquiera Tom Hooper exhibió tanto desdén por el género cuando puso a Russell Crowe a interpretar a “Javert” en su insufrible adaptación de Les Misérables. Estoy convencido que el director de Joker -y su pésima secuela, Joker: Folie à deux, que llega hoy a los cines-, o los odia con pasión, o jamás ha visto uno (tampoco debe haber tan siquiera mirado un drama judicial, pero de eso hablamos más adelante), pues claramente desconoce qué los hace funcionar, cómo dirigir uno con gracia y gallardía, ni el por qué detrás de los espontáneos números de canto y baile. Pero claro, la culpa es mía por esperar otra cosa del hombre que nos dio la trilogía de The Hangover, el mismo que insólitamente fue nominado al Oscar al mejor director por calcar el trabajo de uno de los grandes maestros del cine.
Hastiado de ser señalado por copiarse desvergonzadamente de Martin Scorsese en la primera película, Phillips esta vez opta por no imitar a nadie y valerse de su propio estilo, y por “estilo” entiéndase mantener la cámara enfocada y moverla de vez en cuando, el mismo “estilo” visto en sus ordinarias comedias Road Trip, Starsky & Hutch y cómo olvidar Due Date. Quizá si Scorsese hubiese hecho una secuela de The King of Comedy, Phillips hubiese tenido algo en qué basarse, pero como no fue así, presumo que recurrió al musical en un risible intento por ser radical, por refutar todo lo que se dijo y se escribió acerca de Joker en el 2019 y cómo este era un filme tan “peligroso” que iba a incitar a las mismas turbas que hoy creen que los inmigrantes haitianos en Estados Unidos comen perros y gatos. Es específicamente a estos patéticos espectadores -aquellos que vieron una figura heroica en su protagonista, el perturbado “Arthur Fleck”- que Folie à Deux busca activamente repeler, poniendo literalmente en juicio al “Joker”, tanto al personaje, como a la cinta original.
Si Phillips tuviera una onza de perspicacia en él, un mínimo de interés incisivo, esta secuela hubiese tenido el potencial de ser brillantemente subversiva, algo que verdaderamente indagase en el meollo de qué fue lo que tanto conmocionó a un sector del público cinco años atrás con aquel tétrico estudio de personaje del clásico villano de DC Comics. Todos las herramientas para lograrlo las tenía sobre la mesa: el regreso del oscarizado Joaquin Phoenix al rol estelar (por razones que aún no logro comprender); el escenario de la corte, que se presta para el psicoanálisis; el género del musical, que abre las puertas de lo inverosímil y lo fantasioso a las interioridades de las personas; y a Lady Gaga, una de las mejores voces que tenemos actualmente en la música pop. Lo único que nadie le podía dar era el ingenio que carece para hacerlo realidad, y es así como terminamos con este banal acto de provocación.
Su acercamiento al material no podría ser más llano, obvio y falto de imaginación. Esto es evidente desde la pobre parodia de un clásico corto animado de Warner Bros. con el que arranca el largometraje, hasta la manera tan al azar que decide concluirlo, uno de esos finales que hacen cuestionarse “¿por qué me sometí a dos horas y veinte minutos de esta mierda para terminar así?”. Su guión -coescrito nuevamente junto a Scott Silver- no es otra cosa que el más tedioso recuento del caso criminal contra “Fleck” por los asesinatos cometidos en el filme anterior, interrumpido aleatoriamente por sesiones de karaoke featuring Lady Gaga como “Lee Quinzel” (llamarla “Harley Quinn” sería ofensivo a ese querido personaje) y a Phoenix como el triste payaso. Estos números musicales entran y salen de pantalla sin ton ni son, con las más paupérrimas puestas en escena que la mediocridad pueden lograr. Todos se componen de éxitos del pasado -temas hechos famosos por Frank Sinatra, como That’s Life y I’ve Got the World on a String, o inmortales baladas de la talla de Close to You de los Carpenters- y ninguno contribuye absolutamente nada a lo que la película ni los personajes tienen que decir, que ES LA FUNCIÓN PRINCIPAL DE UNA CANCIÓN EN UN MUSICAL. \
Las películas son capaces de asustarnos, emocionarnos, irritarnos o conmovernos. Algunas nos hacen reír, otros gritar, y otras llorar. Están las que nos gustan y también las que nos disgustan, pero no hay peor sensación que salir de un cine sintiendo que perdiste el tiempo, y Joker: Folie à Deux es una monumental pérdida de tiempo, y ni hablar de talento y dinero. De Phoenix, de Gaga, ciertamente de nosotros, el público. De las carísimas cámaras IMAX que se usaron para filmar algunas de las secuencias más corrientes que se han proyectado este año en una pantalla. En fin, de todas las personas involucradas en la creación de esta inútil secuela. Todas menos Phillips, quien aquí nos deja con el peor hangover de su filmografía con este irredimible faux pas cinematográfico.
Coincido totalmente con tu opinión. Justo la vi ayer y… 😞
Te comparto el perfil de una amiga que también comparte reseñas y hace entrevistas por si te interesa!
https://open.substack.com/pub/elpatiodemicasa
De acuerdo con tu opinión. En mi opinión fue totalmente innecesario proceder con una secuela, pues a pesar de que la primera parte no es del todo mala, con esta rompe todo lo que creó… No soy fan de los musicales (tampoco estoy en contra ni los odio) pero esto… “Asco” un BAD TIMING para introducir cada número musical plus no hacen sentido ni van acorde con lo que sucede.
Por otra parte, en el aspecto cinematográfico… la amé! Pienso que la selección de lentes y cámaras (con la excepción de IMAX no porque sea mala si no por el malgasto de dicho equipo) fue buena… las composiciones me gustaron y los colores me encantan. En fin, pienso que visualmente es bien atractiva pero me da pena que no haya funcionado aún teniendo el poder para que hubiese funcionado.