“Increbiles 2” cumple con las altas expectativas
Brad Bird logra que su retorno al medio animado haya valido los 14 años de espera.
Antes de que “Batman” resucitara triunfalmente bajo la dirección de Christopher Nolan, que Robert Downey Jr. dijera “I am Iron Man” y que el cine comercial estuviese profundamente sumergido en las películas de superhéroes, los “Incredibles” dejaron su huella como una de las mejores películas del género. Catorce años después, aún lo es, incluso en la era de los universos cinematográficos que continúan expandiéndose sin señal de detenerse. Dentro de este contexto, Incredibles 2 -la anticipada secuela al filme del 2004- es un bienvenido retorno a tiempos más simples, con una historia que antepone lo humano sobre la salvación del mundo y anclada a la cotidianeidad de una familia común. Bueno, con excepción de sus súper poderes.
El director Brad Bird regresa al medio que lo vio nacer al mando de una fabulosa cinta animada que supera a su predecesora artísticamente. Catorce años no parecerá tanto tiempo, pero para efectos de la tecnología, fácilmente podría ser el equivalente a un siglo. Basta con ver cualquier escena de The Incredibles -la primera producción de Pixar con protagonistas humanos- para ver los, ejem…, increíbles avances que se han dado las aplicaciones digitales que dan vida a estas producciones, no tanto en términos de animación -que siempre fue muy fluida- sino en las texturas y el nivel de detalle que se puede apreciar en cada encuadre. Visualmente, Incredibles 2 es una maravilla que sobresale incluso dentro del asombroso canon de Pixar, y la historia no se queda atrás.
Al igual que su predecesora, en Incredibles 2 convergen la era dorada de los superhéroes con las ideas modernas. Sus diseños se inspiran en los clásicos justicieros encapuchados, mientras que su argumento responde a examinaciones contemporáneas sobre estos arquetipos, tomando prestado libremente de trabajos creados por autores como Alan Moore y Darwin Cooke. El libreto de Bird es una continuación directa de la primera parte, tanto así que arranca justo donde termina la anterior, con los “súper” regresando abiertamente a la sociedad tras más de una década obligados a vivir en el clandestinaje, aunque su recibimiento no es nada cálido.
Tras derrotar al villano “The Underminer”, los “Incredibles” son arrestados y tratados como criminales, pero un magnate tiene una idea de cómo hacer que los superhéroes sean abrazados por la ciudadanía. Para ello, el millonario contrata a la matriarca de la familia “Parr”, mejor conocida como la heroína “Elastigirl” (Holly Hunter), por lo que su esposo, el fortachón “Mr. Incredible” (Craig T. Nelson), se ve en la necesidad de quedarse en la casa cuidando de sus tres hijos mientras ella se va a salvar la ciudad y mejorar la imagen pública de sus intrépidos colegas.
Es así como “Mr. Incredible” se convierte en “Mr. Mom” y las risas que emanan naturalmente de este típico intercambio de roles. El papel de Nelson toma una prominencia secundaria al de Hunter en esta entrega, con él encargándose de la comedia y Hunter tomando las riendas de la acción. El veterano actor expresa muy bien las frustraciones de un hombre que finalmente se ve obligado a enfrentar la carga de ser un padre a tiempo completo. Ambas películas, sin embargo, continúan perteneciéndole a Hunter, el bastión de la familia y quien aquí recibe la oportunidad de distinguirse con gran emotividad a través de uno de sus mejores personajes.
Como todos sabemos, los superhéroes solo son tan buenos como sus archienemigos, y aquí es dónde único la secuela flaquea. Si “Syndrome” fue un villano bien delineado en la primera parte, con motivos claros y un malvado plan que tenía sentido, quien ocupa su lugar en Incredibles 2 no solo es sumamente predecible, sino alguien que deja mucho que desear. No puedo abundar sin caer en “spoilers”, pero si bien el norte de ambas películas siempre ha sido el núcleo familiar y cómo sobrellevan sus dificultades tanto personales como las que competen a la defensa de la ciudadanía, el emocionante enfrentamiento que se da en el desenlace pudo ser mucho mejor con un oponente que estuviese a la altura de los personajes principales.
Dicho eso, Incredibles 2 no deja de cumplir con las altísimas expectativas que llevan más de una década incrementando con el paso de cada año. De todas las franquicias de Pixar, esta continúa siendo la que mejor se presta para producir secuelas y “spin-offs” que expandan este mundo, algo que suena muy tentador y excitante hasta que lo piensas bien y aceptas que lo que la hace tan querida es que solo había una y ahora dos. Con suerte, Brad Bird no nos hará esperar tanto por la próxima, pero tampoco tiene que apresurarse. Una historia bien pensada y expertamente contada -su manejo de la acción continúa siendo estupendo- es mejor que hacer secuelas porque sí. Los “Incredibles” definitivamente no merecen nada menos que una aventura cinematográfica digna de su nombre.