Godzilla vs Kong: un choque digno de ambos titanes
Independientemente de cuál sea su favorito, la película satisface plenamente las expectativas en torno a este encontronazo.
Las mejores películas de Godzilla no son necesariamente las más divertidas. Con 36 largometrajes a su nombre, producidos en ambos hemisferios durante las pasadas siete décadas, el gigante radiactivo ha protagonizado desde obras maestras hasta uno de los peores remakes de Hollywood, además de haber recorrido toda la gama entre ambos extremos. Sin embargo, si de diversión se trata, Godzilla vs Kong está fácilmente entre las mejores. Dichosas aquellas personas que podrán gozarse este llano producto de entretenimiento cuyo único propósito es poner a dos de los titanes más famosos del cine a entrarse a golpes en un colorido espectáculo tan épico como banal. Olvídese de si usted es #TeamKong o #TeamGodzilla. Al final, los verdaderos ganadores serán estos espectadores.
Basta con observar lo que este blockbuster ha contribuido a la cultura popular por los pasados meses para apreciar el vacío que, en cierta forma, ha conseguido llenar. El filme que estrena mañana en cines y HBO Max ha desatado una batalla campal en las redes sociales entre los fieles seguidores de cada monstruo, a través de hashtags, gifs y memes, pero -agraciadamente- exenta de toxicidad. En tiempos cuando muchos de los mayores fandoms han sido secuestrados por sus peores integrantes a través de su bochornosa inmadurez y un falso sentido de pertenencia, el poder participar de esta tontísima distracción ha sido más que bienvenida, especialmente tras un año de encierro en el que escasearon los estrenos de esta índole que unieran a las masas alrededor de un evento cinematográfico.
Tras cuatro intentos al bate, el llamado Monsterverse de Warner Bros. finalmente ha dado con la fórmula ganadora para este tipo de película de Godzilla, las cuales acostumbran a seguir un ciclo. Este suele iniciar con un largometraje de naturaleza más seria que utiliza al gigante nipón alegóricamente -representando desde la hecatombe nuclear (Godzilla, 1954) hasta los desastres naturales exacerbados por la burocracia gubernamental (Shin Godzilla, 2016)- antes de proceder a colocarle oponentes de su mismo tamaño ante él en secuelas que van subiendo y bajando gradualmente de calidad. Si Godzilla (2014) del director Gareth Edwards es el equivalente a esos otros dos filmes en esta serie (al menos en lo que respecta a proezas cinematográficas y valores artísticos), Godzilla vs Kong es la mejor representación de la otra cara del imponente lagarto que ha salido de este lado del mundo: aquella que lo muestra como un inmenso guerrero de lucha libre, con nuestras mayores ciudades como cuadrilátero.
¿De qué es Godzilla vs Kong? ¿Tiene algo que decir? Absolutamente nada. Su libreto es tan hueco como el planeta en la que se desarrolla su trama, que toma prestado del Viaje al centro de la Tierra -de Julio Verne- y el periodo Heisei de las cintas japonesas. ¿De qué trata? Pues es una sencillísima historia acerca de cómo un grupo de insignificantes humanos quiere utilizar a King Kong para dar con una fuente de energía en las mayores profundidades planeta, mientras otro grupo de inmemorables humanos intentan destapar una conspiración que involucra la manipulación y destrucción de Godzilla. Sus miembros son interpretados por rostros tan reconocidos como talentosos: Rebecca Hall, Alexander Skarsgard, Brian Tyree Henry, Damián Bichir y Millie Boby Brown, entre otros, todos perfectamente funcionales dentro de sus respectivos e insustanciales papeles. Gracias por participar. Recuerden recoger sus cheques a la salida. Ninguno deja una mayor impresión, y buena suerte tratando de recordar los nombres de los personajes. Aquí solo importan dos nombres, y ambos figuran en el título.
El director Adam Wingard está consciente de lo que este largometraje debe ser y -más importante aún- de lo que no es. Su norte es el puro entretenimiento escapista, algo con lo que cumple cabalmente, ofreciéndonos tres tremendos encontronazos entre ambas leyendas que van incrementando tanto en visión como en escala. Ya sea en un duelo en alta mar, en el que las particularidades del escenario ponen a prueba las fortalezas y debilidades de Kong y Godzilla, o el culminante choque entre los rascacielos de Hong Kong, atractivamente iluminado en tonos neón que evocan a Pacific Rim, cada puño, patada y rayo atómico se hacen sentir gracias a una dirección que se distancia lo suficiente de la acción como para poder apreciarla. Wingard también evita repetir los errores de Godzilla: King of the Monsters, cuyas peleas se veían difuminadas por lluvia, humo, nieve o todas las anteriores. El cineasta sabe que vinimos a ver la pelea titular y nos separa un asiento en primera fila.
Y la verdad es que no hay mucho más que añadir. No hay que haber visto ni un tráiler para saber qué esperar. Godzilla vs Kong. Está clarísimo en el título. ¿Que no excusa sus fallas? Pues no, y claro que las tiene. Sus personajes son de cartón y el argumento no podría ser más simplón, pero King Kong vs Godzilla (1962) giraba en torno a cómo una farmacéutica orquestó un cruce entre ambos monstruos para subir los ratings del canal de televisión que la empresa auspiciaba. Cosas más estúpidas y rebuscadas se han escrito en esta franquicia. A veces uno solo quiere ver una película acerca de un apoteósico lagarto partiéndole la cara a un gorila igual de grande. Así que, para que quede en récord: #TeamGodzilla por siempre.