Duelo mortal en el legendario “Dragon Inn”
El influyente largometraje del cineasta taiwanés King Hu les dio alas a los artistas marciales.
El género de las artes marciales como lo conocemos hoy no sería el mismo sin la inmensa contribución del director taiwanés King Hu. Su singular toque comenzó a verse en 1966 en Come Drink With Me y alcanzó su máxima expresión en Touch of Zen, en 1971, pero fue en Dragon Inn (1967) donde Hu estableció el estilo que influyó para siempre los filmes de wuxia.
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A simple vista, quizás no haya nada que la distinga de largometrajes como Crounching Tiger, Hidden Dragon, Hero o Ashes of Time, pero hace medio siglo el cine sobre estos legendarios héroes de las artes marciales no se veía así de hermoso y fluido. Hasta ese entonces, no existía tal cosa como un “action chreographer” que planeara los movimientos junto a los actores y el director para que lucieran lo mejor posible frente a las cámaras. Fue Hu quien convirtió las burdas peleas en espléndidas y emocionantes danzas, meticulosamente coreografiadas para resaltar las acrobacias, al tomar prestado de la ópera china y las películas de samuráis de Japón, entre ellas las de Zatoichi, que estaban muy de moda en Asia para esa época.
La trama es típica no solo de este género sino de múltiples westerns y chambaras niponas que se desarrollan alrededor de un encuentro mortal en un antro, cantina o, en este caso, hospedaje. Tras la ejecución del ministro de defensa ordenada por “Tsao Shao-chin” (Bai Ying) -uno de los altos funcionarios del emperador que difundió calumnias para deshacerse de él-, los hijos del difunto son desterrados del palacio. Temiendo que estos busquen vengar a su padre, “Tsao” contrata a dos asesinos para que los intercepten y eliminen en el Dragon Inn, un hostal en el medio de la nada, antes de que crucen la frontera hacia Mongolia.
Sin embargo, al llegar ahí los asesinos se topan con tres diestros espadachines leales a la familia del ejecutado, y cuando estos averigüen las intenciones de los sicarios, las espadas serán desenvainadas. La historia es sumamente sencilla y trillada, pero el elenco la vende con su presencia escénica, en particular Han Ying-chieh, como uno de los asesinos, y Shih Chun, como el héroe de la película, y quien volvería a trabajar con Hu en su obra maestra, A Touch of Zen.
Uno de los principales aspectos que diferencian la propuesta de Hu de la mayoría de las otras cintas de artes marciales de aquellos años es el uso de los escenarios naturales de Taiwán para complementar las secuencias grabadas dentro del set de la hostería. Los vistosos paisajes le dan una escala más épica a los acontecimientos, con imponentes montañas y pedregosos desiertos sirviendo de trasfondo al festín de puños y patadas. Su mayor aportación al género fue la gracia y el estilo que le impartió a estos combates, introduciendo el uso de trampolines y una rápida edición para hacer ver como si estos artistas marciales poseyeran habilidades sobrenaturales. Si hoy estos héroes vuelan, es porque Hu les dio alas.
El disco
Aunque no luce tan bien como la impresionante restauración de A Touch of Zen, Dragon Inn goza de una buena presentación audiovisual en el nuevo Blu-ray de The Criterio Collection. La imagen tiende a sufrir de un bajo contraste, especialmente en las escenas filmadas en interiores, pero lo que transcurre afuera no comparte este problema.
Los suplementos se limitan a tres entrevistas: dos con los actores Shih Chun y Shangkuang Ling-Fung -realizadas en el 2016 por Criterion-, y una Grady Hendrix, autor y cofundador del Festival de Cine Asiático de Nueva York, quien divide en partes una de las secuencias de acción de Dragon Inn para resaltar sus virtudes. Adicional a esto, se incluye el tráiler del filme y un vídeo de dos minutos de su premier en Taiwán.
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