"Vietnam, Puerto Rico" retrata la realidad actual de la isla
Al enfocarse en la lucha de una comunidad, el debutante director Gabriel Miranda presenta los quebrantos de un país que los grandes intereses capitalistas desean vaciar.
Durante la mayor parte de lo que ha transcurrido del siglo 21, los residentes de la comunidad Vietnam, en la minúscula área costera de Guaynabo, fueron víctimas de una expropiación ilegal perpetrada por el municipio y su exalcalde, el controvertible Héctor O’Neill. De las más de 700 residencias que había ahí al principio de la pasada década, hoy apenas quedarán algunas 200. La mayoría fueron derrumbadas por el ayuntamiento con el único propósito de construir ahí el propuesto Guaynabo Waterfront, un lujoso proyecto que claramente no iba dirigido a los humildes ciudadanos que, desde los años 60 y 70, habían hecho de esa área su hogar.
La historia de Vietnam es en sí la historia del Puerto Rico actual, un pedazo de tierra colmado de “prime real estate” que poco a poco el gobierno ha estado subastando, vendiendo o, incluso, regalando -como la escuela pública de Carolina que cedieron a un pastor evangélico por $1.00- para que los ricos puedan venir a hacer de esta isla su paraíso caribeño. Pero el país está lleno de puertorriqueños, y si muchos de ellos decidieran irse, los planes de los que se llenarían los bolsillos -con un "contratito" aquí, un “puestazo” allá- podrían concretarse de manera más fácil y rápida. Y al igual que Guaynabo se encargó de desmoralizar a Vietnam, destruyendo sus estructuras, dejando atrás los escombros y ejecutando esa dejadez gubernamental que hace la calidad de la población cada día más dura, lo mismo, en cierta forma, se está dando en el resto del país a medida que este se deteriora.
Esa es la acertada tesis del estupendo documental Vietnam, Puerto Rico, un trabajo tan bien ejecutado y entrañablemente cuidado, que sorprende el hecho de que se trate del primer largometraje de su director, Gabriel Miranda. Entre el 2013 y el 2017, el debutante cineasta se introdujo en la comunidad de Vietnam y fue testigo de sus quebrantos. El empeño y dedicación de esos cuatro años quedan nítidamente expuestos en cada recuadro de este filme que le valió el premio al mejor documental en el Festival de Cine Internacionalde Rincón y que usted debería ir a ver, ahora mismo, a la sala de Fine Arts Café, en Hato Rey, donde a partir de hoy se exhibe.
Por medio de entrevistas, Miranda presenta un amplio panorama de lo que fue la batalla legal que se dio entre el municipio y los residentes, conversando con muchos de estos, así como con economistas, sociólogos, abogados y otros expertos vinculados al tema. Las declaraciones que capta con su cámara producen rabia y tristeza, al ver como muchas de estas personas fueron engañadas, hostigadas o, incluso, amedrentadas para que abandonaran las casas que les pertenecían. El paralelismo entre su desamparo y el de las miles de familias que han tenido que marcharse del país a raíz de la crisis económica, el huracán María, la ineptitud e ineficiencia de quienes nos gobiernan y/o todas las anteriores, se manifiesta en los rostros que observamos en pantalla… pero también transmiten su fortaleza y voluntad.
Les tomó años de lucha y angustia, pero al final los vecinos de Vietnam triunfaron en los tribunales. Ellos, sin embargo, no son los únicos residentes de barriadas y las llamadas “comunidades especiales” que se han visto amenazados por los planes de gentrificación del estado. Vietnam, Puerto Rico es un testamento de tan solo uno de múltiples casos. Basta con leer las noticias de cualquier día para ver que esta práctica se extiende a todo el país, en las decisiones del gobierno y la Junta. Miranda recurre al uso de una anacrónica maquinilla para que los testimonios queden grabados en tinta, reforzando su mensaje de que, sí, esto pasó y seguirá pasando, pero se puede impedir.
En meses recientes hemos visto excelentes documentales del patio, como Nuyorican Basquet y 1950: La insurrección nacionalista, que han gozado de mucho éxito en las salas del país. Vietnam, Puerto Rico se suma a esta ola emergente de documentalistas nacionales que se están encargando de llevar al cine temas de trasfondo histórico pero que tocan la fibra de nuestra realidad actual. Como herramientas educativas, los tres trabajos son invaluables, y como propulsores de movilización ciudadana para detener los abusos que se cometen en contra del pueblo, aún más.