“Disenchantment” es justo lo que produce el debut de Groening en Netflix
Los primeros diez episodios de la serie animada estrenan el viernes 17 de agosto en la plataforma digital.
“Síguela viendo que en el quinto episodio es que se empieza a poner buena”. Esa es la tibia recomendación que acompaña a muchas de las series originales de Netflix que suelen extenderse más de lo necesario, estirando a 13 episodios lo que se pudo haber contado en ocho. Y conste que la palabra clave en esa oración es “empieza”. Esto se repite con Disenchantment, la nueva serie animada del creador de The Simpsons, Matt Groening, aunque al tener una duración más corta, la promesa de llegar a ese quinto -o sexto, o séptimo- capítulo toma menos tiempo.
El programa hace por las historias medievales lo que la excelente Futurama hizo por la ciencia ficción: tomar los conceptos más trillados del género, examinarlos y virarlos de cabeza, o al menos de ladito. Su comedia aquí surge de provocar risas a expensas de blancos obvios y fáciles como Game of Thrones, o chistes que parecen sacados de Monty Python and the Holy Grail. El humor de Groening no es tan perspicaz como lo fue en los años de gloria de The Simpsons, ni tan agudo e hilarante como en Futurama. Sin embargo, la familiaridad que ofrece Disenchantment es algo que podría beneficiar al show en momentos cuando la nostalgia en nuestro entretenimiento está rampante, y sería bien recibida por los fanáticos que llevan más de tres décadas siguiendo el trabajo de Groening.
Pero para llegar a ese punto, primero hay que sobrellevar los capítulos iniciales en los que Groening -junto al coescritor Reid Harrison- lucha con algo totalmente nuevo para él: la narrativa serializada. Al abandonar el confort de las historias episódicas, el autor se da contra la pared a la hora de trazar un arco dramático que trascienda los veintitantos minutos. Sus protagonistas están nítidamente delineados dentro de sus respectivos arquetipos, pero la abarcadora aventura que pretende narrar no resulta muy cautivante.
Disenchantment es, principalmente, la historia de “Bean” (Abbi Jacobson), una princesa adolescente que jamás sería invitada a visitar el reino de Disney. Rebelde, bebedora e insolente, “Bean” no es la típica doncella en peligro: ella es el peligro, y no será domada por ningún hombre, por más que su padre -el rey- insista en casarla a la fuerza. La serie arranca el día en que la princesa se suponía contrajera nupcias. En su lugar, su fugaz escapada de la boda la lleva a cruzarse con “Elfo” (Nat Faxon), un duende recién desterrado, y “Luci” (Eric André), un demonio que le fue obsequiado como regalo de bodas y que constantemente la tienta a incurrir en sus peores inclinaciones.
Los tres personajes resultan muy cómicos por separado, y los actores que les prestan sus voces realizan un buen trabajo. Lo que todavía no se manifiesta en los siete episodios que fueron provistos por Netflix para propósito de esta reseña, es una armonía entre ellos. La serie pierde más tiempo moviéndolos del punto A al punto B, C y D de la tierra de “Dreamland” que permitiendo que surja una divertida dinámica entre los tres, independiente del escenario en el que se encuentren. Lo últimos episodios que vi apuntan a que esto podría darse eventualmente, pero por ahora la química necesaria la elude. Peor aún, la narrativa que pretenden hilvanar de un episodio al próximo avanza poco, si algo, por lo que habrá que esperar por los otros 13 capítulos de esta temporada inicial -los primeros diez estrenan este próximo viernes 17 de agosto- para ver si en realidad existe una.
En tiempos cuando el medio animado está produciendo clásicos modernos de la talla de Bojack Horseman, Rick and Morty, Adventure Time y Steven Universe, Disenchantment se siente anticuada, estancada en los 90. Para aquella década, no existían ni una cuarta parte de todas las ofertas televisivas y cinematográficas que tenemos al alcance de los dedos en cualquier momento, y con tantas buenas series y películas que siempre tenemos pendientes por ver, esperar por que una “se ponga buena” cuando del arranque no te engancha, es pedir demasiado.