Spielberg, Streep y Hanks unen fuerzas en la excelente "The Post"
El trío de extraordinarios cineastas responde con sus respectivos talentos la debacle política de la era de Trump.
Al leer el libreto original de Liz Hannah a principios del 2017, Steven Spielberg detuvo la producción de Ready Player One por varios meses para hacer The Post. El ilustre cineasta tenía que dirigir esta película, no en un año ni en dos, sino en ese preciso momento. Lo que lo impulsó a hacerlo de manera tan apresurada -pero no menos virtuosa- se puede observar cotidianamente en la televisión, en los diarios y, por supuesto, en Twitter (sobre todo en Twitter), en los intentos de una opresiva y caprichosa administración por censurar a la prensa y mantener las verdades a oscuras, ofreciendo cosas como “alternative facts”.
The Post marca no solo la primera colaboración entre Spielberg y Meryl Streep, sino además el primer junte en pantalla entre la excelentísima actriz y el igualmente genial Tom Hanks.
El cautivante relato histórico se desarrolla en 1971, pero muy bien podría haber sido en el 2017, o ahora, dramatizando la tensa batalla legal entre el gobierno de Richard Nixon y los periódicos estadounidenses The New York Times y The Washington Post -este último antes de Watergate, de Woodward y Bernstein- en torno a los controvertibles Pentagon Papers. El revelador informe, que abarcaba cuatro presidencias, arrojaba luz sobre los monumentales fracasos del ejército estadounidense en Vietnam, y cómo la guerra no había avanzado en absoluto lo intereses imperialistas en la región.
El “David” en esta lucha contra una gigantesca fuerza, lo era el Post, para tiempos cuando apenas era un rotativo más en la capital en búsqueda urgente de liquidez. Tras una orden judicial que le prohibió la publicación de estos documentos al Times, el equipo editorial en Washington obtiene copia de estos, encontrándose en la mayor encrucijada de su historia: publicarlos y enfrentar la justicia, con la prisión y el fin del periódico como posible resultado, o callar y sobrevivir, justo cuando la compañía quería hacerse pública en la bolsa de valores.
La película se enfoca en las horas cruciales que se tomó esa trascendental decisión, con Spielberg extrayendo un thriller de lo que muy bien pudo haber sido un modesto drama en la misma línea de Spotlight. Lo que consigue es un filme que muy bien podría proyectarse en una doble tanda con All the President’s Men, en el que rinde tributo a uno de sus héroes cinematográficos, el gran Sidney Lumet, al tiempo que produce uno de los mejores largometrajes de este periodo actual de su filmografía, predominado por historias basadas en hechos verídicos.
En manos de un maestro del calibre de Spielberg, el recuento histórico alcanza su mayor potencial cinematográfico.
Increíblemente, The Post marca no solo la primera colaboración entre Spielberg y Meryl Streep, sino además el primer junte en pantalla entre la excelentísima actriz y el igualmente genial Tom Hanks. Armado de estas potencias actorales, el trabajo de Spielberg parecería reducirse a simplemente echar a correr la cámara y dejar que la magia ocurra naturalmente, tal y como hace en algunas extensas secuencias exentas de cortes que permite a estos íconos del cine manifestarse como si estuviesen en una obra de teatro. Pero el veterano cineasta también trae consigo su usual caja de trucos e incomparable composición de tiros. Su principal ilusión es hacerlo ver tan fácil.
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En su interpretación de Ben Bradlee, el editor del The Washington Post, que empuja la publicación del informe, Hanks comprende que su función no es ser la estrella de la película aun cuando el material se presta para esos obvios y grandilocuentes Oscar Moments, por lo que se mantiene más reservado dentro del ímpetu periodístico que impulsa a su personaje. Del mismo modo, Streep -como Kay Graham, la dueña del periódico- se ve suprimida por los hombres que componen la junta del diario y que solo la ven como la heredera simbólica de la empresa, pero la actriz la encarna con una tenacidad silente que claramente respode a sus propios ideales y al ambiente actual de igualdad femenina.
Alrededor de Hanks y Streep gira una serie de rostros familiares y talentosos, tales como los de Bruce Greenwood, quien da vida a Robert McNamara, Bob Odenkirk, como uno de los reporteros, y Bradley Whitford haciendo lo que mejor Bradley Whitford sabe hacer: interpretar a una de las sabandijas dentro de la junta del Post. A estos se le unen actores de la talla de Carrie Coon, Tracy Letts y Sarah Paulson en papeles menores, y el resultado es la suma de cientos de años de experiencia histriónica que, por más mínima que sea su aportación, dejan una huella.
En manos de un maestro del calibre de Spielberg, la historia que se cuenta en The Post alcanza su mayor potencial cinematográfico. En ella encontramos la reacción de uno de los máximos maestros del séptimo arte a un año plagado de retrocesos sociales y políticos. Mejor que un comunicado de prensa, un soundbite o un mísero tuit, Spielberg responde de la manera más poderosa a su alcance: desde la silla del director, gritando, pidiendo, "¡acción!".