Incandescente “la Fuerza” en “Star Wars: The Last Jedi”
El largometraje del director Rian Johnson es una fantástica oda con profundas resonancias emotivas para los fanáticos de la saga espacial.
La partida de Carrie Fisher dejó un vacío en la Fuerza, y The Last Jedi llega esta semana para llenarlo.
A un año de la repentina muerte de la eterna “Princesa Leia”, el estreno del nuevo capítulo en la saga de Star Wars es el más digno tributo que se le puede rendir a esta actriz que tanta alegría ofreció en vida, dentro, fuera y detrás de la pantalla.
Las mejores y mayores sorpresas que contiene el filme han sido cuidadosamente guardadas para la experiencia teatral.
Antes de que el crítico tome las riendas de este escrito, el fanático quisiera confesar que derramó lágrimas -y en más de una ocasión- durante la proyección de esta película. Los motivos los dejo para que usted los descubra en el cine, pero cabe mencionar que fueron lágrimas agridulces; dulces, por la manera tan perfecta que el filme logra encapsular el legado del personaje, y agrias, al saber que esta era la última actuación de Fisher.
El emotivo largometraje del director y guionista Rian Johnson es una fantástica ópera espacial con carácter propio que, si bien contiene ecos del pasado, estos reverberan en nuevos espacios, produciendo armonías distintas. El filme gravita entre el homenaje y la innovación al celebrar a los viejos héroes y reforzar la llegada de los nuevos, partiendo de aquel tremendo cliffhanger de The Force Awakens en el que ambas generaciones se encontraron en la cima de una montaña. Johnson subvierte las expectativas en todo momento. Nada de lo que se ha visto en los tráilers revela los giros que da la trama. Las mejores y mayores sorpresas han sido cuidadosamente guardadas para la experiencia teatral, un absoluto lujo en estos tiempos modernos de publicidad desmedida.
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Johnson está consciente de que Star Wars siempre ha funcionado mejor cuando balancea el drama familiar con la lucha tipo David vs. Goliat entre los rebeldes y el imperio. Por aquello de no repetirse tanto, en esta nueva trilogía decidieron llamarles la “Resistencia” y “The First Order”, pero el gancho es el mismo: batallas de muchos contra pocos, con todos los “odds” en contra de los rebeldes que, aun sabiendo que al final triunfarán, nos gozamos cada victoria en el último minuto. Mientras, entre un característico “wipe” de edición y otro, los Skywalker y sus descendientes lidian con el peso de la Fuerza y el cumplimiento de sus respectivos destinos.
The Last Jedi contiene todos los ingredientes esenciales para ofrecer una emocionante aventura digna de mencionarse en la misma oración que A New Hope y The Empire Strikes Back. Tiene un villano con dimensión en la forma de “Kylo Ren”-interpretado por Adam Driver-, cuya inseguridad continúa alimentado su codicia y sed de venganza; un piloto impulsivo, intrépido y desafiante (“Poe Dameron”) con el carisma de Oscar Isaac; en “Rey” (Daisy Ridley), la saga establece con mayor vehemencia a una heroína determinada e impetuosa, capaz de cargar con la trilogía por sí misma de ser necesario; y un viejo sabio como solo lo podría interpretar Mark Hamill, quien aquí finalmente expresa sus primeras palabras como “Luke Skywalker” en más de 34 años.
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El guión de Johnson lleva a “Luke” a lugares inesperados mientras el legendario jedi lucha contra los errores de su pasado y el temor de repetirlos si acepta a “Rey” como su alumna. Si pareciera que la historia va a reciclar el entrenamiento de Empire, esto no podría estar más lejos de la verdad. La relación maestro-pupila cobra su propia dinámica, mientras que en otros rincones de la galaxia la resistencia hace todo lo posible por huir de las fuerzas del “First Order”. El vaivén entre una narrativa y la otra es uno de los estándares de la serie, y el director Brick y Looper lo domina con astucia, manteniendo al espectador cautivo a través del excelente manejo de los personajes y sus respectivas virtudes. Johnson sabe el poder que transmiten “Luke” y “Leia” con su mera presencia, y se arma de esto para potenciar el alcance de las emociones.
Mark Hamill se permite explorar matices inimaginables para "Luke Skywalker" tres décadas atrás.
Esto, sin embargo, no es lo único con lo que el cineasta carga en su arsenal. Trabajando en la mayor escala de su carrera, Johnson demuestra categóricamente que posee la madera para brillar en las grandes ligas. Por algo Lucasfilm puso a su cargo la creación de una nueva trilogía desligada de la saga de los Skywalker. El director cuenta con un singular ojo para las secuencias de acción, consiguiendo las más estilizadas que se hayan visto en esta serie. Desde peleas de “lightsabers” que parecen sacadas de un filme de Seijun Suzuki, hasta batallas que no se asemejan a ninguna otra en Star Wars, justo cuando uno creería que ya no había espacio para innovar. The Last Jedi es un deleite visual, la dirección artística, impecable. En términos puramente estéticos, no hay ningún otro episodio que se le pare al lado.
La historia también goza de muchas fortalezas, entre ellas la forma como Johnson se atreve a reescribir las reglas de este universo e incluso crear algunas nuevas sin atentar contra el espíritu de Star Wars, pero su guión sí contiene una que otra debilidad. La segmentación de la narrativa en tres hilos principales -siguiendo a los nuevos héroes, "Rey", "Poe" y "Finn" por separado- produce dos intensas subtramas y una que no resulta tan interesante, afectada -quizás- por la introducción de dos personajes. Mientras "Rey" anda con "Luke" y "Poe" con "Leia", "Finn" (John Boyega) queda relegado a un tercer plano que no utiliza al máximo el encanto del actor.
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Pero, al final, todo el peso recae principalmente en “Luke” y “Leia”. Al reinterpretar a “Luke”, Hamill se permite explorar matices inimaginables para el héroe tres décadas atrás, y sobresale con creces en esta encomienda. Fisher, por su parte, probablemente jamás pensó que este sería el último papel que encarnaría. Según se ha reportado, la película no fue alterada tras su fallecimiento, lo que hace todavía más entrañable el cariño y reverencia dirigido hacia “Leia” en el libreto de Johnson. Decirle “adiós” durante el proceso de edición no debe haber sido tarea fácil, y hacerlo ahora en el cine tampoco lo es, pero la inmortalidad que obsequia el séptimo arte significa que nunca tendremos que despediros de ella.
The Last Jedi es todo lo que uno pudiese querer de una película de Star Wars, y más.