“Shazam!” es justo lo que necesitaban los filmes de DC
El debut de este clásico superhéroe se arma de irreverencia y diversión.
La magia que ha eludido a casi todas las adaptaciones modernas de DC Comics por fin hace su estruendoso acto de aparición -literalmente- con la fuerza de un relámpago en Shazam!, película que no solo incorpora la alegría, sentido de asombro e infantilidad que ha convertido a millones de niños a través de las décadas en fanáticos de por vida las historietas, sino además ese otro ingrediente que también ha escaseado en todas, quizá con excepción de Wonder Woman: corazón.
Sé lo que algunos de ustedes podrían estar pensando: “todo eso ya lo hizo Aquaman”. La diferencia es que esta lo hace bien. El desespero por complacer, por mostrar que DC también puede ser liviano y divertido, y dejar atrás la lúgubre seriedad que los filmes de Zack Snyder impusieron sobre este universo cinematográfico, llevó a ese éxito taquillero a querer ser muchas cosas al mismo tiempo. Shazam!, por el contrario, está mucho más enfocada en su meta de balancear la irreverencia y el humor metatextual con los requerimientos narrativos asociados a la introducción de un nuevo superhéroe. Se le nota más cómoda luciendo esta nueva cara del DCEU, sea lo que actualmente sea el DC Extended Universe, o los remanentes de lo que alguna vez pudo ser, mientras Warner Bros. continúa decidiendo los mejores pasos a seguir para redirigir el barco.
La historia detrás de la publicación de los cómics de este justiciero incluye varias demandas por derechos de autor, entre estas una por su parecido a “Superman” y otra porque éste es quien originalmente era conocido como “Captain Marvel”. Entre los chistes internos que abundan en el libreto de Henry Gayden -el sentido del humor de la película descansa en algún punto entre las tonterías de The Lego Batman Movie y la parodia Deadpool- está la incapacidad de decidirse acerca de cómo se debería llamar el poderoso protagonista, esto ante la imposibilidad legal de usar el nombre que ahora pertenece a Marvel Comics. El origen del superhéroe, sin embargo, ha sido bastante consistente a través de sus múltiples iteraciones: “Billy Batson” es un huérfano de 14 años que un día recibe el llamado de un viejo mago que lo elige su sucesor y le traspasa los poderes de los dioses para continuar luchando contra las fuerzas del mal. Basta con que grite “¡Shazam!” para transformarse en un musculoso hombre con una amplia variedad de poderes que, pues sí, se parecen a los del susodicho exiliado del planeta Krypton.
Asher Angel interpreta al joven “Billy” mientras que Zachary Levi se encarga de la versión adulta con la ayuda de un corpulento disfraz colorado y con su característico rayo amarillo en el pecho, que lo hacen ver como una caricatura. Irónicamente, Angel da una actuación más apropiada y comedida que el propio Levi, quien exagera tanto la ingenuidad como la inmadurez del personaje tal como si estuviera protagonizando un remake de Big. La discrepancia entre ambos se tarda en asentarse -si es que en algún momento lo logra-, pero eventualmente se acepta y es posible apreciar lo que los dos actores traen al papel por separado. Lo mismo no se puede decir de Mark Strong, en su típico papel de villano como el doctor “Thaddeus Sivina”, aunque aquí la culpa recae en las flaquezas del rol, escrito sin ton ni son como un genérico antagonista unidimensional flanqueado por las monstruosas manifestaciones de los siete pecados capitales.
“Shazam”, por fortuna, está rodeado de otros jóvenes y niños que refrescan a la vez que distinguen a este largometraje de otros en su misma clase. El “corazón” aludido en el párrafo inicial yace en este grupo de actores que comparten la pantalla con Asher Angel cuando “Billy” pasa a vivir en un hogar de crianza. De estos, cabe destacar a Jack Dylan Grazer como “Freddy Freeman”, un adolescente discapacitado, fanático acérrimo de los superhéroes, que se convierte en el “Yoda” de “Billy” y lo ayuda a descubrir sus habilidades. Mientras Grazer se hace cargo de los chistes, Faithe Herman se echa al público en el bolsillo con su ternura como la pequeña y adorable “Darla Dudley”, otra de las huérfanas del hogar.
Debo admitir que Shazam! se tardó bastante en conquistarme. La primera mitad se toma su tiempo en arrancar y el segundo acto es un tanto repetitivo al ver a “Shazam” aprendiendo a ser un héroe, pero el desenlace es un rotundo deleite. El director David F. Sandberg permite al universo de DC revolcarse en la puerilidad de su elenco y la candidez de la historia, dibujando sonrisas en los rostros de los espectadores, particularmente aquellos que cuentan con un conocimiento básico del personaje y que no podrán creer a los lugares que se aventura esta película introductoria. Shazam! sugiere que quizás ha llegado la hora de seguir el ejemplo de los comics, meter el concepto del multiverso y forjar un nuevo camino para todos los superhéroes de DC Comics en el cine en una realidad paralela.