“The Gray Man”: otro blockbuster genérico para la era del “contenido”
Plagado por innumerables clichés, la desechable oferta de acción es otro intento fallido de Netflix por iniciar una franquicia.
Mientras Netflix ha sido perfectamente capaz de producir un digno puñado de prestigiosos largometrajes dirigidos por algunos de los mayores artistas del cine, la compañía continúa fracasando a la hora de producir el equivalente a blockbusters de acción decentes, y digo equivalente porque parte de lo que hace a un “blockbuster” un BLOCKBUSTER son las multimillonarias ganancias en la taquilla, algo que a la empresa no podría importarle menos. La fórmula de este viejo y probado producto de escapismo hollywoodense continúa indescifrable para el gigante del streaming, independientemente de cuánto dinero malgasten en ellos ni el pedigrí del talento delante y detrás de las cámaras. Por ellos han desfilado Ryan Reynolds, Gal Gadot, Will Smith, Dwayne Johnson y Ryan Reynolds otra vez (lo reto a recordar los títulos de tan solo una de las películas que protagonizaron), y ahora a estos nombres se les suman los de Chris Evans y el otro Ryan, de apellido Gosling, en la excepcionalmente mediocre The Gray Man.
Basado en la novela homónima del autor Mark Greaney -la primera de una serie, y de ahí nacen las esperanzas de Netflix de convertir esto en una franquicia-, la trama es, en esencia, CIA Agent Movie: The Movie, una burda amalgama de cuchucientos filmes de espionaje. Esto no sería inherentemente malo, pero cuando se va a trabajar activamente con clichés, el espectáculo y/o los personajes tienen por obligación que ser capaces de trascenderlos, y este no es el caso. Peor aún, The Gray Man provoca una inescapable sensación de déjà vu, evocando constantemente a otras mejores películas que uno quisiera estar viendo en lugar de esta. No hay nada en ella que contribuya el más mínimo elemento original al género de espías. Prácticamente todo está sacado de The Bourne Identity, Mission: Imposible, James Bond, etc.
El largometraje es dirigido por los hermanos Joe y Anthony Russo, famosos por ser las personas detrás de cuatro de las mayores entregas de Marvel Studios -incluyendo Avengers: Endgame-… y solamente por eso. Sus dos esfuerzos fuera del MCU, el primero siendo la pésima Cherry, del año pasado, y el segundo siendo este, ponen en duda las habilidades de ambos para realizar algo sobresaliente sin el soporte de una marca. Su dirección aquí alcanza a ser, como mucho, competente, incapaz de inyectarle a la acción la adrenalina necesaria para olvidar momentáneamente cuán trillado se siente todo a su alrededor. Siendo justos, parte de la culpa recae en el director de casting. Existe un océano de diferencia entre interpretar a un héroe de acción y ser una estrella de acción. Gosling y Evans son muy talentosos y, sí, también muy guapos, pero ninguno es una estrella de acción.
Gosling interpreta a “Six”, un asesino de la CIA que es expulsado y perseguido por la agencia cuando cae en posesión de información que pondría en aprietos a su superior. Es aquí donde hace su entrada Evans -y su frondoso bigote- en el papel de “Lloyd Hansen”, un ex agente de la CIA contratado para encontrar y matar a “Six”. El intérprete de “Captain America” es posiblemente el que mejor la pasó en toda la producción al encarnar al malote de la película, un rol tan caricaturesco, que lo único que le faltaba era que el susodicho bigote fuese uno de corte imperial, para que pudiese frotar con sus dedos los bordes torcidos mientras maquinaba su malévolo plan. A Gosling, lamentablemente, le tocó ser -en parte- el “comic relief”, algo que es perfectamente capaz de ser, tal y como demostró en la genial The Nice Guys, pero ninguno de los guionistas acreditados aquí posee la pluma Shane Black, ni para escribir chistes, ni adolescentes boconas.
Y así como se desperdicia el talento de sus actores principales, también se “flochea” el de los secundarios. La gran Alfre Woodward es despachada en una mísera escena; Billy Bob Thornton se queda al margen a pesar de poder haber contribuido muchísimo más como el manejador de “Six”; el carisma natural Regé-Jean Page -demostrado tan magnéticamente en la serie Bridgerton- es inexistente; y la estupenda Ana de Armas, quien logró encender la pantalla en apenas cinco minutos en No Time To Die, termina relegada al papel de “insípida sidekick”. Pero total, la verdad es que no importa. En menos de una semana, nadie recordará que ninguno de ellos actuó en The Gray Man, porque al igual que el resto de las producciones de Netflix con ínfulas de blockbuster veraniego, como Bright, 6 Underground y Red Notice, este está hecho presumiendo que la gente lo verá en sus casas, levantando la mirada del celular al televisor únicamente cuando escuchen los tiros y explosiones. A Netflix le da igual después que le den play durante al menos un minuto para que así cuente como un “view” y el lunes puedan jactarse de que cientos de millones de personas alrededor del planeta la vieron. Hoy, cualquier cosa es “contenido”.