“The Batman” es única en su clase
El director Matt Reeves adopta magistralmente el lenguaje del “film noir” en la primera película detectivesca del superhéroe.
En los casi 80 años que Batman ha aparecido en la pantalla grande, jamás se había visto una interpretación como la que presenta tan asombrosamente en pantalla el cineasta Matt Reeves en The Batman. Desde los cortometrajes seriales de los años 40 hasta los blockubusters contemporáneos, el álter ego del multimillonario “Bruce Wayne” ha vivido a través de los swinging sixties con Adam West, el expresionismo alemán que engalanó los filmes de Tim Burton, el divertido “campiness” de Joel Schumacher, y la era moderna de las mega producciones filmadas en IMAX de Christopher Nolan y Zack Snyder. Sin embargo, nunca se le había hecho justicia a su fama como el “World’s Greatest Detective”. No en balde fue uno de los primeros personajes en debutar en Detective Comics. Esa cara del Dark Knight la conocíamos de los cómics, las series animadas y los videojuegos, entre otros medios, pero no del cine. No de las cintas de superhéroes. No hasta hoy.
La ambiciosa propuesta de Reeves sobresale inmediatamente como una de las más singulares de este subgénero -uno que cada vez se ve más necesitado de riesgos y apuestas con visión para romper con tanta homogeneidad-, al adoptar el lenguaje del film noir para dirigir la primera película netamente detectivesca del justiciero de DC Comics. El resultado es impactante, un “slow burn” cuyo norte es transmitir un mood y envolver al espectador en su entorno, y no provocar gritos y aplausos mediante las típicas secuencias de acción y fan service barato. Los efectos se hacen sentir desde los primeros minutos, cuando somos sumergidos en la sordidez de Ciudad Gótica mediante el uso del voiceover, uno de los pilares estilísticos del noir. La voz que escuchamos, por supuesto, es la de Batman, interpretado sombríamente por Robert Pattinson, en la mejor versión fílmica de este personaje, si no por méritos histriónicos -cuya carrera, y este estreno, más que constatan-, sí por la mayor cantidad de tiempo en pantalla. Hemos visto muchos largometrajes con Batman, pero este es el primero en ser específicamente DE Batman. No hay villano que lo opaque ni le robe el foco de atención. Está presente prácticamente en todas las escenas, rara vez lo vemos fuera de su disfraz y Pattinson aprovecha cada minuto para dejar su huella en un papel del que ya creíamos haberlo visto todo.
El intrigante libreto de Reeves -coescrito junto a Peter Craig-, afortunadamente no es otra historia de origen. No hay redundantes flashbacks al asesinato de los Wayne, escenas de la adolescencia de “Bruce” ni montajes de cómo entrenó y construyó su variado armamento. Batman ya es una presencia conocida en Gotham que inculca el pánico en los criminales de la ciudad. La manera tan tenebrosa como Reeves lo introduce en estas escenas iniciales, establece la tétrica atmósfera que imperará durante el filme, con momentos que rayan en el genuino terror. Batman no podrá estar en todos lados al mismo tiempo, pero el que pueda salir de cualquier sombra, lo hace omnipresente. La fantástica banda sonora de Michael Giacchino y el amenazante tema central que compuso para The Batman -en el que hace sentir el peso de las teclas más bajas del piano de forma contundente-, contribuyen a la siniestra atmósfera que crean la figura de este, el más “Dark” de los “Dark Knights”.
Cuando la trama arranca con el brutal asesinato del alcalde de la ciudad a manos de un villano que se da a conocer como el “Riddler” (Paul Dano), “Batman” llega a la escena del crimen escoltado por el detective “Jim Gordon” (Jeffrey Wright), el único miembro de la policía que ve al vigilante con buenos ojos. “Batman” escanea sus alrededores en busca de pistas que lo ayuden a identificar, si no al “Riddler”, a su próxima víctima, porque no cabe duda de que habrá más. Al igual que con el superhéroe, la interpretación del “Acertijo” dista mucho de lo que se ha visto anteriormente. Reeves transforma al clásico villano en el Zodiac Killer, haciendo del laberíntico caso un rompecabezas dentro del que, una a una, empiezan a caer varias de las figuras más poderosas de Gotham. Al “Bruce” ser una de ellas, el argumento desarrolla una cautivante tensión entre ambas caras del protagonista.
En términos puramente artísticos, no hay película que se haya esmerado tanto por traducir al cine las estéticas más idiosincráticas de Batman, particularmente la de la serie animada de los años 90, con su llamativo uso del color rojo. La impresionante cinematografía de Greig Fraser -quien nos deslumbró hace tan solo unos meses en Dune-, se toma muy a pecho el noir en film noir, logrando maravillas con las oscuras texturas que distinguen al género, matizadas con las sensibilidades “Fincherescas” de filmes de asesinos en serie como Se7en. Apenas vemos dos o tres escenas de día, e incluso en estas, los cielos están nublados. El uso de los amaneceres y atardeceres se limita a breves momentos en que los tonos cálidos son utilizados para crear hermosas siluetas, tanto de Batman como de su aliada, “Catwoman”, encarnada por Zoë Kravitz, con partes iguales de coquetería, letalidad y melancolía. El reparto, en general, es una de las principales fortalezas del largometraje: Dano, en la forma que se deja llevar por la locura de su rol; Wright, con la calidez y buen humor que sirven de contrapunto a la gravedad del argumento; John Torturo, saboreándose el papel de villano; y, por último, pero no menos notable, un delirante Colin Farrell como el Pingüino, detrás de quien se pierde físicamente, al punto de resultar irreconocible.
Por encima de todos ellos, sin embargo, está Pattinson, a quienes muchos detractores que no ven nada más allá de lo que llega semanalmente a la cartelera comercial, seguían viendo como el “vampirito” de Twilight. El actor británico se adueña del Dark Knight armándose tanto de sus fortalezas como de sus imperfecciones. Su Batman es áspero, crudo e iracundo, una versión bastante alejada del héroe que conocemos. Esto concuerda con el hecho de que tan solo lleva dos años vigilando las calles de Gotham y aún no ha dado con la mejor manera de combatir el crimen. Sus métodos a veces son torpes, errados o impropios, pero eso es lo que lo hace tan fascinante. Él, tanto “Bruce Wayne”, el magnate, como su otra personalidad, son parte del problema, pero obviamente, el niño rico no lo ve. Su actuación camina sobre una línea muy fina entre la justicia y la venganza, tanto así, que se da a conocer, no como “Batman”, sino como “Vengeance”, pero el tipo con el que empezamos la película no es el mismo con el que la terminamos, y Reeves aprovecha esta área gris para explorar algo que no se había explorado de él en el cine.
Así como su visión de Batman, el trabajo de Reeves no está exento de fallos. Política y socialmente hablando, las ópticas de Batman como aliado de la policía en el 2022, continúan siendo sumamente problemáticas, y el libreto -presentando con la oportunidad examinar esta relación- se conforma con repetir la errada idea de que, no es la institución la que está podrida, sino tan solo “algunas manzanas”. Por otro lado, aunque el guión es muy interesante, peca de lo mismo que pecó el de The Dark Knight, al querer abarcar más de lo que aguanta una sola cinta (incluso una que casi dura tres horas), con un tercer acto que se siente como el cuarto, un tipo epílogo extendido, que le resta fortaleza al desenlace. Y si a esto se le suma la atropellada e innecesaria llegada del “fan service” en los minutos finales, algo que el largometraje había exitosamente evitado hasta ese momento, los minutos finales no son tan memorables como podrían haber sido.
Estas críticas, sin embargo, son meras nimiedades, como las tuvo Batman, en el 1989, y Batman Begins, en el 2005. Lo importante, lo que perdura una vez empiezan a aparecer los créditos en pantalla, es el apabullante interés por ver lo próximo que Reeves y compañía tienen en agenda para nosotros este universo. En tiempos cuando las películas de superhéroes dominan el cine comercial -y, no solo la dominan, sino que parecen ser las únicas que están manteniendo a flote la industria-, trabajos como este demuestran que aún son capaces de sorprendernos y que, no es el cuento, sino quiénes lo cuentan. En este aspecto, The Batman es única en su clase.