Emily Blunt y Dwayne Johnson mantienen a flote el “Jungle Cruise"
Disney vuelve a adaptar una de sus atracciones con resultados mixtos, pero entretenidos.
Antes de que se proyecte en pantalla la primera imagen de Jungle Cruise, la película comienza al compás de las notas iniciales de la canción Nothing Else Matters, tocadas sobre el castillo de Cenicienta. Tenga presente que la trama de la más reciente adaptación cinematográfica de otra atracción de Disney se desarrolla durante la segunda década del siglo XX, cuando no existían las guitarras eléctricas y mucho menos The Black Album de Metallica, pero el compositor James Newton Howard -o, mínimo, alguien con influencia en la producción- parece que es fan de la banda de heavy metal. Menciono esto, no para señalar el claro anacronismo ni para criticar su inclusión (hey, yo también soy fan), sino como muestra de que, desde el arranque, el estreno de esta semana no está preocupado porque lo que proceda tenga sentido.
Esa misma falta de sentido regresa con venganza cerca del punto medio de esta simpática aventura dirigida por el español Jaume Collet-Serra, y lo hace, nuevamente, al compás del mismo éxito musical de 1991 -con batería, bajo y pedales de distorsión incluidos-, como si se tratase de un performance en Rock in Rio, algo que no estaría fuera de lo normal (pero sí fuera de tiempo) en Brasil, donde se establece el grueso del argumento. El innecesario y rebuscado giro casi, casi consigue hundir el bote, pero se mantiene a flote gracias al carisma natural de Dwayne “The Rock” Johnson y -especialmente- su coprotagonista, Emily Blunt, cuya relación recuerda otros memorables dúos del género, tales como Brendan Fraser y Rachel Weisz en The Mummy. No es tarea fácil opacar al exluchador de la WWE, pero la actriz británica lo logra con facilidad.
Johnson interpreta a “Frank Wolff”, capitán de un pequeño bote con el que se gana la vida llevando de gira a turistas a lo largo del río Amazonas. El típico día a día de “Frank” se ve trastocado con la llegada de “Lily Houghton” (Blunt), una científica británica que anda en búsqueda de una planta medicinal que ella cree capaz de curar un sinnúmero de males. Sin embargo, tras ella anda un príncipe alemán (esto es Disney, claro que tiene que haber un príncipe) que también quiere encontrar el supuesto Árbol de la Vida para ayudar a su patria a ganar la Primera Guerra Mundial. Todo corre de lo más bien, con buenas secuencias de acción -incluyendo una que, cariñosamente, recrea la atracción del parque- y una complementaria dosis de humor provista por la pareja protagónica. Ahora, quienes se roban el show, son los actores secundarios Paul Giamatti, como el jefe de “Frank”, y -primordialmente- Jesse Plemons, quien encarna al excéntrico príncipe.
Plemons debió ser el villano de la película. El único villano de la película. Su caricaturesca y comiquísima interpretación es la que más en sintonía está con la clase de película que Jungle Cruise debió ser -un extraño híbrido entre Romancing the Stone y Aguirre: The Wrath of God-, produciendo una actuación bastante cerca de la misma frecuencia que usó Johnny Depp con el capitán “Jack Sparrow” en la saga de Pirates of the Caribbean. Desafortunadamente, la clara intención del estudio de replicar el éxito de esa franquicia, también los llevó a tratar de repetir su fórmula, y ahí es que se da ese giro hacia lo sobrenatural que le pone el freno a la diversión y lleva la trama por otros senderos que están tan faltos de lógica como de propósito. Porque Plemons no es el único antagonista. Por alguna razón, el libreto vio la necesidad de incluir tres más, y ninguno deja una impresión capaz de trascender los efectos especiales que les dan vida.
El desenlace no es el mejor-y si alguien le dice que puede explicarle exactamente lo que estaba pasando narrativamente, le está mintiendo-, pero tampoco es un desastre. La cinta no es la primera Pirates, sino una de sus inmemorables secuelas, si las recuerda. Verla en formato 4DX le debe ayudar donde flaquea, así que considere esa opción. Después de todo, es una adaptación de una atracción. ¿Para cuándo la de Space Mountain? ¿Cuándo llega la de It’s a Small World? Supongo que la respuesta a ambas dependerá de cómo le vaya a Jungle Cruise este fin de semana cuando estrene en los cines y Disney+ con Premium Access. Si le va bien, no dudo que anuncien secuela. No caería mal volver a ver a Blunt y Johnson en estos papeles (con un buen libreto, claro está). Si no, pues harán más películas de cualquier otra cosa que ya posea Disney.
Nota al calce: Poco después de la redacción de esta crítica, pero antes de su publicación, me topé con la respuesta a la interrogante inicial. Resulta que el fan de Metallica lo es Sean Bailey, presidente de producción de Walt Disney Studios, quien llevaba tiempo queriendo incluir la música de la agrupación en un estreno del estudio, y consideró que Jungle Cruise era el ideal para hacerlo. Uno pensaría que Cruella era una alternativa más apropiada, pero no parece que le hayan dado mucho casco. Al menos no fue un tema de St. Anger.