El arte y el comercio se miden en “Ford v Ferrari”
Matt Damon y Christian Bale protagonizan uno de los estrenos más emocionantes del 2019.
Jamás subestimen la predisposición del hombre para involucrarse en la contienda más banal solo para probar “quién los tiene más grandes”. Gracias a ella, hoy podemos disfrutar de uno de los mejores estrenos de este año en Ford v Ferrari, la historia de cómo Henry Ford II invirtió decenas de millones de dólares en fabricar el carro más veloz del mundo con el único propósito de vencer y humillar a Enzo Ferrari. Los automóviles del italiano copaban el primer lugar de las 24 Horas de Le Mans -la carrera más famosa del mundo-, y cuando este rechazó la oferta de Ford de comprar su compañía y además insultó, tanto a él como a la Ford Motor Company, la guerra quedó declarada y la misma sería luchada sobre el asfalto.
Sin embargo, Ford v Ferrari no gira en torno a Ford II ni a Ferrari, sino alrededor de otros dos hombres que también estaban enfrentados en su propia competencia de egos: el diseñador de carros Carroll Shelby y el igualmente legendario piloto, Ken Miles, interpretados por Matt Damon y Christian Bale, respectivamente. El primero fue el encargado de diseñar el Ford GT 40 que cumplió el cometido del empresario estadounidense en 1966, y el segundo el temerario hombre que lo manejó hasta la línea de llegada. Y antes de que usted grite “¡spoiler!”, permítame señalar que, A. Es un hecho histórico, y B. ¿usted honestamente cree que un estudio financiaría un estreno comercial de 150 minutos que al final viese a los protagonistas derrotados?
Bajo la experta dirección de James Mangold, el libreto se adhiere a la vieja y probada fórmula de este tipo de filme basado en hechos reales. Incluso sin conocer el resultado de la famosa carrera del 66, usted sabe cómo esto va a acabar desde antes de que ondeen la bandera de inicio, pero esto no la hace menos emocionante. Como dice el dicho, aquí lo importante es el viaje, no el destino, y el viaje que traza Mangold para nosotros es increíblemente entretenido. Al igual que las veloces máquinas que figuran en la historia, debajo de la brillosa y llamativa capota que se proyecta en pantalla hay un motor diestramente calibrado que impulsa este largometraje a 200 millas por hora, así que no olvide abrocharse el cinturón tras sentarse en la butaca. Las dos horas y media se le irán en un abrir y cerrar de ojos, así sea viendo a Bale y Damon dando dos de las mejores actuaciones de sus respectivas filmografías, o en el borde de su asiento durante la excitante carrera final que demuestra una vez más por qué Mangold debería dirigir más películas de acción.
El argumento se centra en la relación entre Shelby y Miles, dos hombres que comparten una misma pasión por los autos de carrera, pero con intereses opuestos. Tras no poder seguir piloteando a raíz de una condición cardiaca, Shelby continúa cosechando éxitos a través del negocio de diseño y venta de carros deportivos, mientras que Miles se gana la vida en su humilde taller de mecánica, participando en carreras los fines de semana en las que obtiene trofeos que no le sirven de nada para mantener a su esposa (Caitriona Balfe) e hijo (Noah Jupe). Al recibir la oferta de Ford II -interpretado con gran gusto por el tremendísimo Tracy Letts- para construir el vehículo que vencería a Ferrari, Shelby acude a Miles para que sea el piloto de prueba, y la contenciosa diferencia de visiones que se manifiesta entre el arte de guiar carros versus el comercio de venderlos, produce el pulseo dramático del que se nutre las cautivantes actuaciones de Damon y Bale.
Esta batalla entre el arte y el comercio adquiere otra mayor dimensión fuera del contexto del argumento, donde se pudiera interpretar como la constante lucha entre arte de hacer cine y la necesidad de que este sea costo efectivo para quienes lo producen, dos cosas que no siempre van de la mano. Muchas veces vemos cómo obras maestras fracasan económicamente y los productos más genéricos y desechables generan un “purruchada” de chavos, pero en esas raras ocasiones cuando ambas vertientes encuentran un punto medio, acabamos con algo como Ford v Ferrari, un filme destinado a estar en constante repetición en canales como TNT, TBS o AMC, y digo esto como el mayor de los cumplidos, pues cada vez me tope con él en la televisión, no podré parar de verlo.