“Pokémon Detective Pikachu” impresiona visualmente, falla en todo lo demás
La adaptación hollywoodense de una las mayores series de videojuegos recrea fabulosamente a los monstruos de Nintendo, pero olvida traer la diversión.
Imagine que un estudio de cine finalmente decidiera hacer un largometraje del videojuego Halo. Usted correctamente esperaría ver la historia de su protagonista, “Master Chief”, ¿no? Peleando contra las fuerzas alienígenas del Covenant en aquel clásico del Xbox y, quizás, si la película fuese un éxito taquillero, eventualmente ver el resto de la trilogía en pantalla. No sería lógico que dicho estudio debutara su nueva franquicia con una adaptación de un título menor dentro de la serie, como por ejemplo, Halo Wars, ¿verdad? Claro que no. Pues eso es exactamente lo que ha hecho Warner Bros. con los mundialmente famosos Pokémon, quienes llegan al cine como nunca vistos en la soñolienta Pokémon Detective Pikachu.
Lanzado en el 2016 para el Nintendo 3DS, Detective Pikachu no es el típico videojuego de este producto japonés. Su recepción entre los críticos que cubren este medio de entretenimiento fue bastante mixta, señalando su pobre jugabilidad y su corta duración, entre o tras deficiencias, así que no debe sorprender que su adaptación cinematográfica esté generando el mismo tibio recibimiento. Tanto el juego como el filme se apartan de la fórmula ganadora del fenómeno multimedial que estalló en el 1996 en el que los jugadores coleccionan decenas de monstruitos digitales, capturándolos, entrenándolos y poniéndolos a pelear en torneos.
Para los fans que llevan años queriendo ver esto en una película “live action” con fantásticos efectos especiales, quizás les sirva de consuelo saber que al menos los efectos -en efecto- son fantásticos. ¿El resto de los elementos más conocidos de Pokémon? Pues solo hay un combate en un breve torneo, y el único Pokemón que capturan con una de las icónicas esferas, se escapa. Alguien claramente necesita más práctica en Pokémon Go, y dos o tres Golden Razz Berries.
Considerando que ninguna adaptación de un videojuego ha logrado sobrepasar la mediocridad -la mayoría son pésimas-, nada sugiere que una sobre la historia más popular de los Pokémon (con los personajes de Ash, Team Rocket, Meowth, Profesor Oak, etc.) habría sido mejor que Pokemon Detective Pikachu. Sin embargo, me atrevo a apostar que, mínimo, el entretenimiento y la diversión habrían hecho acto de presencia. La idea de convertir al protagónico “Pikachu” en un pequeño y adorable Sherlock Holmes quizás pudo ser atractiva para un videojuego, porque ahí el jugador es quien está activamente resolviendo el crimen, pero en el cine acaba siendo un tedioso misterio detectivesco inspirado en el film noir adornado con coloridas criaturitas. En síntesis, tome Who Framed Roger Rabit?, remuévale lo bueno, sustituya las caricaturas por los Pokémon, y agréguele la versión PG de “Deadpool” como personaje principal.
El filme comienza con la misteriosa muerte del detective “Harry Goodman”. La desgraciada noticia llega a su hijo, “Tim Goodman” (Justice Smith), quien se traslada hasta Ryme City -una metrópolis futurista donde los humanos y los Pokémon conviven fraternalmente- para tratar de esclarecer qué fue lo que ocurrió en el accidente que cobró la vida de su padre. La Policía no tiene mucha información, pero cuando “Tim” visita la oficina de “Harry”, se topa con el socio de este: nada más y nada menos que Pikachu, interpretado vocalmente por Ryan Reynolds, quien no hace el más mínimo esfuerzo por diferenciarla de la que le presta al susodicho y malhablado superhéroe. Nadie más puede escuchar a Pikachu, solo “Tim”, y el pequeño monstruo amarillo le informa que su papá no falleció, sino que está desaparecido, por lo que ambos se lanzan a investigar un complot nada cautivante y más rebuscado de lo necesario.
La decisión de usar a Reynolds como la voz de Pikachu es simultáneamente una de las pocas virtudes del filme y un ítem más en la larga lista de sus deficiencias. Si usted fue uno de los pocos vio la versión navideña de Deadpool 2, que fue clasificada PG-13, pues lo que encontrará a aquí es el “Deadpool” que probablemente veremos ahora que Disney compró a 20th Century Fox. Reynolds emplea su patentizada marca de humor, solo que no tan chabacano pero igual de autorreferencial. El tema musical de la serie animada de Pokémon es cantado por el propio Pikachu, algo que no tiene sentido alguno, pero esa es la clase de “chiste” fácil que puede esperar. La meta es apelar a la nostalgia de la generación que creció en medio del boom del videojuego y coleccionó las cartas, y para ello el libreto no construye un mundo concienzudamente diseñado donde estos personajes puedan crecer y seguir desarrollándose en futuras secuelas, sino llenar la pantalla de Pokemons para que los fanáticos los vean perfectamente recreados a través de asombrosas gráficas computarizadas.
Más allá de eso, Pokémon Detective Pikachu no tiene nada más que ofrecer. Cada uno de los actores principales actúa como si estuvieran apareciendo en películas distintas. Reynolds está haciendo lo suyo mientras Justice Smith se bandea entre lo liviano y lo serio, y Kathryn Newton -como la reportera “Lucy Stevens”- parece que fue extraída a través del tiempo de una secuela de Teenage Mutant Ninja Turtles circa 1993. Al desbalance tonal se le suma un libreto con buenas intenciones pero un pésimo ritmo (mantener los ojos abiertos es todo un reto), y la rudimentaria dirección de Rob Letterman, quien ni siquiera logra que las escasas secuencias de acción dejen una impresión.
Pero sí, repito, porque merece repetirse: los Pokémon se ven muy impresionantes, y los artistas detrás de estas maravillas de efectos especiales no tienen la culpa de todo lo demás. Los fans seguro se encargarán de que esta sea todo un éxito taquillero. Quizás para la secuela hagan algo mejor.