Divertido juego de géneros en "Game Night"
Una noche de juegos se convierte en una carrera de vida o muerte donde las risas no faltan.
¿Es un thriller? ¿Una comedia? En realidad, Game Night es un poquito de las dos, y al cumplir competentemente con los requerimientos de ambos géneros, logra distinguirse mediante la atípica mezcolanza de ambos.
En esencia, la premisa es característica de un filme de suspenso, una que probablemente le resultará familiar si ha visto The Game, de David Fincher, en la que una serie de tensas y peligrosas situaciones podrían o no ser parte de un elaborado juego. El truco está en que los directores John Francis Daley y Jonathan Goldstein (Vacation) dirigen el largometraje como si en efecto se tratara de un thriller, dejando mayormente en manos del elenco la extracción del humor del libreto de Mark Pérez. Al principio, el efecto podría resultar un poco discordante (la juguetona banda sonora electrónica a cargo de Cliff Martínez contribuye enormemente a esta atmósfera), pero la frecuencia en la que trabaja la película se sintoniza rápidamente.
La inusual combinación de tonos cae justo en el rango de comedia en el que Jason Bateman se especializa, entre lo inexpresivo y lo incómodamente hilarante, al interpretar a “Max”, un fan de los juegos de mesa quien, junto a su esposa, “Annie” (Rachel McAdams), organizan noches de juegos en su hogar para compartir junto a sus amistades. La visita de “Brooks”, el exitoso hermano de “Max” -encarnado por Kyle Chandler-, trastoca los planes de la pareja cuando este los invita a su lujosa casa para participar de una experiencia que, según él, promete ser como nada que hayan jugado anteriormente. Y “Brooks” no miente, pues no hacen más que dar inicio a la velada cuando este es atacado y secuestrado por tres imponentes hombres encapuchados, pero ¿es este el juego?
El grupo de amigos, compuesto por tres parejas, cree que sí, y el gancho de Game Night es mantener esa interrogante latente durante el mayor tiempo posible. El desenlace sufre de uno o dos “¡AJÁ!” de más, pero la pregunta se responde satisfactoriamente, incluso al ignorar por completo todos los saltos de lógica que habría que hacer para llegar a ese final (tal y como ocurrió en The Game). Pero esta no es una película guiada por la trama, sino por la comedia de situación que se da mientras la narrativa corre en piloto automático.
Si bien Bateman es el ancla del elenco, igualmente importantes son quienes gravitan a su alrededor. McAdams no había dado con un papel tan relajado y propenso a la comedia desde Mean Girls, por lo que da gusto verla manifestar la maniática energía que llevaba años reprimiendo. La indiscutible estrella de la película, sin embargo, lo es Jesse Plemons, como el extraño vecino de “Max” y “Annie”. Plemons no cuenta con muchas escenas, pero el actor se encarga de que cada una de ellas valgan el doble del resto, canalizando la estremecedora frialdad de un psicópata y poniéndola al servicio del humor en su memorable interpretación de un exinvitado de la noche de juegos que ha sido expulsado del grupo.
La dirección de Daley y Goldstein favorece los planos secuencias para las escenas de acción, mientras utilizan el tilt shift y las tomas aéreas para hacer que las urbanizaciones y avenidas en las que se desarrolla la historia adquieran una estética de tablero de juego de mesa. Game Night no será más que una diversión pasajera, pero es una bien hecha, que no escatima en risas ni en el diestro uso de las herramientas del medio.