"Captain Marvel" se queda corta en su debut en pantalla
Un monótono libreto le corta las alas a la primera película de Marvel protagonizada por una mujer.
Un pensaría que a estas alturas -21 películas y 11 años después de que Iron Man catapultase el fenómeno del universo cinematográfico moderno-, Marvel ya habría perfeccionado la fórmula de la típica historia de origen al punto de hacerla infalible. Resulta que no es así, y que incluso el gigante de las cintas de superhéroes aún es susceptible a un pequeño resbalón. Y Captain Marvel es justo eso: un resbalón, no una bochornosa caída ni nada que a largo plazo vaya a dejar huella de una fractura mayor en el récord del lucrativo estudio. La imprenta de dinero conocida como el MCU (Marvel Cinematic Universe) está ensamblada de tal manera que, aun cuando el más reciente episodio de la saga no nos haya volado la cabeza, la brevísima escena ubicada en medio de los créditos que anticipa el próximo capítulo se asegura de que volveremos por más.
Lo que sí es una pena es que Marvel haya arrastrado los pies en su primer largometraje protagonizado por una mujer. En términos de taquilla, no será visto como un fracaso, pues todos los fanáticos acérrimos -sí, incluso aquellos (no aquellas) que han jurado boicotearla- querrán saber cómo esta conecta con Avengers: Endgame, así que la verán. Sin embargo, como el lanzamiento de una nueva súper heroína, Captain Marvel se tarda demasiado en alzar vuelo, víctima de una lucha incesante contra su principal archienemigo: un libreto insípido que desaprovecha por completo el talento de su actriz principal: la ganadora del Oscar, Brie Larson, a quien nunca se le ofrece la oportunidad de adueñarse del personaje. La razón principal de esto se debe a que su papel sufre de amnesia, por lo visto una cepa muy contagiosa de esta condición, pues a los guionistas se les olvidó proveerle el más mínimo rastro de carácter y personalidad.
Larson interpreta a “Vers”, una guerrera extraterrestre de la raza “Kree” que lleva años envuelta en un conflicto bélico intergaláctico contra otros alienígenas, conocidos como los “Skrull”. Desde que comienza, la introducción a este lado espacial de los cómics de Marvel -tan bien ejecutado en Guardians of the Galaxy- resulta bastante accidentado, sin el más mínimo intento de elaborar el universo en el que habitan media docena de nuevos personajes. La película básicamente asume que usted ya conoce sobre el popular arco del “Kree-Skrull War” y "vámonos que es tarde". “Vers” forma parte de un escuadrón liderado por “Yon-Rogg” (Jude Law), Annette Bening es la manifestación de una omnipotente inteligencia artificial llamada “Supreme Inteligence” porque… ¿por qué no?, y no se sorprenda si usted se siente tan desorientado como la protagonista cuando está comienza a recordar imágenes de su pasado.
Su más reciente misión en contra de los “Skrull” conduce a “Vers” (eventualmente renombrada “Carol Danvers”) hasta su planeta de origen: la Tierra. Y no cualquier Tierra, sino la de 1995, esa era prehistórica cuando todavía alquilábamos videocasetes en Blockbuster y el grunge dominaba la música que salía por las bocinas conectadas a radios por medio de cables, no Bluetooth. Allí, “Vers” se encuentra con un agente de nombre “Nick Fury” encarnado por, ¿quién más?, Samuel L. Jackson circa The Negotiator, esto luego de haber sido sometido a un rejuvenecimiento digital verdaderamente impresionante. Sin duda el mejor efecto especial del filme. “Fury” se une a la visitante espacial para ayudarla a encontrar a los “Skrull” que se han infiltrado en el planeta y que poseen la habilidad de cambiar su apariencia por la de cualquier persona.
El junte de Larson y Jackson convierte a Captain Marvel en un “buddy cop movie” -pero tirando más hacia Lethal Weapon 4 que hacia Lethal Weapon- mientras persiguen a los invasores a través de una serie de secuencias de acción pobremente ejecutadas por los directores Anna Boden y Ryan Fleck, cuya carrera hasta ahora había estado enfocada en dramas tanto cinematográficos como televisivos. De nuevo, el material que les ofrece el libreto -coescrito por los cineastas- no está ni remotamente cerca del nivel de las capacidades histriónicas de este dúo de actores, aunque Jackson es capaz de vitalizar hasta las frases más sosas y los chistes más trillados que no funcionarían en boca de más nadie. Larson no corre esa misma suerte, y la frustración se le nota en el rostro, ya sea por la amnesia de su personaje o por las crasas limitaciones de su rol.
Lo más decepcionante para este servidor fue ver cómo las buenas intenciones del guión, que en dos puntos culminantes hace hincapié en que esta heroína no se va a dejar ningunear por los hombres que la han entrenado toda su vida, no saben cómo ganarse esos momentos que deberían ser de gran emoción. Cuando Captain Marvel finalmente despega, apenas quedan unos 25 minutos en el reloj, y para ese momento la monotonía ya se ha apretujado junto a uno en la misma butaca, no lo suficiente como para salir molesto del cine, pero sí como para marcharse insatisfecho. El personaje carece no solo de un arco dramático satisfactorio sino también de humanidad. Hace 20 años, esta cinta quizá habría sido suficiente. Hoy, se siente como un marcado retroceso para Marvel.
La película no está exenta de sus buenos momentos. De estos, cabe señalar dos entrañables tributos a recién fenecido Stan Lee, las memorables aportaciones del gato llamado “Goose” (ya verán por qué) y la susodicha escenita en medio de los créditos. Estos provocaron las mayores reacciones entre el público con el que la vi, mientras que “Carol Danvers” no vino a inspirar un aplauso o grito de emoción hasta después de concluido su debut en solitario en pantalla.