"Black Panther" aterriza con un peso que va más allá de los superhéroes
El largometraje del director y guinoista Ryan Coogler aborda aquellas injusticias reales que se han examinado en los cómics con extraordinarios resultados.
No sé si Black Panther es la mejor película de Marvel. El calificativo de “mejor” es -por supuesto- totalmente subjetivo y, en el caso del estudio que por la pasada década ha dominado la taquilla, se utiliza con demasiada libertad, como un cetro que se transfiere de un año a otro con el estreno de la más reciente aventura de sus populares superhéroes. Lo que sí me consta es que, por primera vez en la filmografía del estudio, el largometraje que llega hoy a los cines aterriza con un peso que va más allá de las máscaras, los archienemigos, los súper poderes e, incluso, la trillada salvación del mundo. Este es un filme con algo que decir, y contrario a la mayoría de las cintas de Marvel, no se siente como un capítulo más en una extensa serie.
El director y coguionista Ryan Coogler (Creed) exhibe una absoluta indiferencia en torno a cómo su pieza encaja en el inmenso mosaico que es el Marvel Cinematic Universe. Fuera de un flashback a una escena de Captain America: Civil War, no recuerdo mención alguna de los Avengers. La trama se desarrolla en su propio universo, la ficticia nación africana de Wakanda -con un breve desvío hacia Corea del Sur-, tan rica en detalles, cultura y personajes que conectarla de manera muy directa al resto de las películas rompería instantáneamente el hechizo que Coogler logra crearen el público, armándose de una clásica tragedia shakespiriana y todos los fuegos artificiales de un blockbuster moderno.
Los arquetipos del género, desde la típica historia de origen -con cada parada del arco narrativo que el protagonista debe recorrer para vindicarse- hasta el tercer acto en el que los efectos especiales toman el volante, están todos presentes en pantalla. Coogler no pretende reinventar la fórmula, solamente optimizarla y producir la mejor versión posible de esta combinación de ingredientes. Su libreto -coescrito junto a Joe Robert Cole- parte de la realidad de camino a la fantasía, consciente del contexto social e histórico de donde provienen los personajes, así como en el que habitan actualmente, y esto es lo que hace de Black Panther una experiencia tan distinta, pues el conflicto central es una lucha real y constante.
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Con partes iguales de carisma y convicción, Chadwick Boseman se consagra en el rol de T’Challa, el príncipe de Wakanda que aspira al trono del reino tras la muerte de su padre. La población del próspero territorio se compone de miembros de cinco tribus que por siglos se han abastecido del mineral “vibranium” -producto de un asteroide que impacto el continente- para avanzar tecnológicamente y mantener su localización oculta del resto de la Tierra. T’Challa se convierte en el Black Panther, el protector de la nación que nunca está solo en su encomienda. Sus aliados incluyen a su brillante hermana Shuri, quien funge como la “Q” de James Bond, proveyéndole todos los gadgets que lo hacen una fuerza imparable.
Shuri es interpretada por Letitia Wright con la espontaneidad de una adolescente, siempre sonriente y loca por tomar parte en las misiones, transmitiendo una energía inmediatamente contagiosa. Wright es tan solo una de las fuerzas femeninas que giran alrededor de Boseman y en ocasiones incluso le roban el foco de atención. Estas incluyen a Angela Bassett, como la reina madre Ramonda; Lupita Nyong’o, en el papel de Nakia, exnovia y campeona de una de las cinco tribus; y Danai Gurira, quien encarna a Okoye, líder guerrera de la guardia real de Wakanda. Gurira, en particular, realiza un trabajo fenomenal, dominando las secuencias de acción con una ferocidad que evocan a Grace Jones, haciéndola uno de los puntos más brillantes de la propuesta.
El arma secreta de Coogler, sin embargo, es su fiel colaborador Michael B. Jordan, quien ha figurado en todos sus largometrajes y aquí logra algo verdaderamente asombrosos dentro del universo de Marvel: sobresalir como un villano memorable, y más que memorable, empático. Si algo han demostrado los filmes del estudio al contratar actores del calibre de Cate Blanchett, es que de nada sirven las destrezas histriónicas si no hay material que pueda sacarles partido. Jordan no se topa aquí con este recurrente problema. Su papel como Erik Killmonger -un letal soldado de las fuerzas especiales estadounidenses- lo posicionan en el extremo opuesto a T’Challa, aunque su meta es la misma: proveerle a sus hermanos y hermanas negras las herramientas para defenderse de los abusos y la opresión a los que han estado sometidos durante siglos.
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Jordan se adueña del largometraje mediante una imponente presencia, amparándose en la complejidad de su personaje para comunicar tanto la rabia como el dolor que lo impulsan, logrando que las acciones de Killmonger -aunque reprochables- resulten comprensibles. La dinámica que se da entre él y T’Challa lleva el argumento a lugares política y racialmente cargados, con gravedad emocional, de los que emergen sentimientos que Coogler y Cole abordan con la seriedad que merecen sin escatimar en la oferta de entretenimiento.
Si de algo sufre el filme es de la dependencia del acto final de los elementos digitales que le restan al drama, forzando a los protagonistas a estar escondidos detrás de máscaras, mientras sus avatares computarizados se baten en una secuencia de acción tras otra. Claramente esta no es la fortaleza de Coogler, a quien todavía le falta pulirse en este departamento, mas esto no impide que el clímax dé justo en el blanco y resuelva el conflicto de manera temáticamente satisfactoria.
En Black Panther encontramos a un Marvel dispuesto a mirar más allá de la eterna lucha entre el bien y el mal, con buenos y malos claramente definidos, para presentar los tonos grises que se hallan en la médula de toda guerra. Aún no estoy seguro si en verdad es la mejor película de Marvel -no que esto importe-, pero sin duda es la mirada más madura y concienzuda que se ha visto en el estudio a aquellas injusticias reales que se han explorado en los cómics con extraordinarios resultados.