"Avengers: Infinity War" pone fin al universo de Marvel como lo conocemos
El evento cinematográfico del verano sacude no solo las vidas de más de una docena de personajes, sino las cimientas del mundo en el que han existido por una década.
Más que una película, Avengers: Infinity War es todo un evento, un BLOCKBUSTER en mayúsculas -colosal y de excesos- que llega a los cines para cosechar los frutos de una década y 18 filmes realizados con consistencia, empeño y, sobre todo, paciencia. Adaptar dignamente Infinity Gaunlet, una de las historias más famosas de los cómics de Marvel, jamás hubiese sido posible sin ese último componente que tanto ha eludido a quienes infructuosamente han tratado replicar la exitosa fórmula del estudio. Hay tantos personajes compactados en estas dos horas y media que parecería que estamos viendo el final de una extensa temporada de televisión, contrario a una explosiva producción veraniega.
Esta particularidad obliga a que el filme se evalúe como una pieza más dentro de un inmenso rompecabezas, ya que vista por sí sola no tendría mucho sentido. A esto se le suma el hecho de que esta es tan solo la primera mitad de algo mayor, que concluirá el año entrante en otro apoteósico estreno -si no más que este, considerando el lugar donde el desenlace deja a los espectadores- y que promete reconfigurar lo que hoy conocemos como el Universo Cinematográfico de Marvel. Similar a las “crisis” y “eventos” que le dan “reset” a los cómics, Infinity War y su secuela no es la típica aventura de la semana, sino algo que muy bien pudiese traer finalidad a muchos de los arcos narrativos que se han estado desarrollando desde el 2008.
Ese sentido de que estamos al final de algo, de que nada volverá a ser lo mismo después de esto, impera a lo largo de la cinta de los hermanos Anthony y Joe Russo. El singular humor que ha caracterizado las producciones del estudio hace acto de aparición de vez en cuando -principalmente a través de los Guardians of the Galaxy y -por supuesto- el sarcasmo de “Tony Stark”- pero ese no es el tono que domina los acontecimientos. La amenaza que sacude a este universo es monumental y latente, y aunque hay algo de espacio para los chistes, esta es la rara ocasión en la que Marvel se está tomando las cosas bastante en serio.
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La mayoría de los personajes que se han ganado la lealtad de una audiencia global -que trasciende los fans de las historietas- reaparecen aquí, y gran parte de lo que hace la experiencia tan entretenida es poder ver a héroes de unos filmes finalmente interactuar con los de otros. “Crossovers” que jamás imaginamos que algún día sería posible ver en la pantalla grande producen nuevas y fantásticas combinaciones que prácticamente piden a gritos que se conviertan en sus propias películas. El tiempo apenas da como para que todos puedan brillar con el mismo resplandor, y quizás uno de tus favoritos queda más al margen, o se ve forzado a convertirse en un “comic relief”. Es un sacrificio necesario que probablemente pagará dividendos en la próxima entrega.
Pero suficiente sobre los héroes. Hablemos del que está en la esquina opuesta.
Primordial en un largometraje de esta escala, lleno a capacidad de superhéroes, lo es un villano capaz, no solo de hacerles frente y ponérselas difícil, sino de dejar una gran impresión en pantalla. “Thanos” no es cualquier villano dentro de Marvel. Es *EL* villano. Y lo que muy bien pudo haber sido otro monstruo digital sin carácter ni presencia, aquí sobresale como el personaje más memorable de la película, tanto así que el gigante violeta es en gran medida el protagonista de Infinity War. Tras diez años apareciendo brevemente en las escenas post-créditos como “el cuco” que eventualmente veríamos en el cine, pues ¿saben qué? Llegó “el cuco”, y vaya que hay que tenerle miedo.
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Como probablemente ya saben, “Thanos” anda en búsqueda de los seis “infinity stones”, gemas tan viejas como el universo que individualmente conceden a quién las posee una variedad de poderes, desde controlar el tiempo hasta alterar la realidad. Aquel que logre reunirlas todas tendrá en sus manos el dominio del cosmos, y “Thanos” cree que ya es hora de exterminar al menos la mitad de la existencia. Sí, esto no es otra cosa que “villano quiere destruir el mundo” elevada a la enésima potencia, pero aun cuando sus motivaciones no quedan del todo claras, la convicción con las que el titán las lleva a cabo lo hacen una amenaza convincente.
Los efectos especiales que dan vida a “Thanos” y que capturan la actuación de Josh Brolin son verdaderamente impresionantes, otorgándole una presencia física que se confunde perfectamente con la del resto de los personajes. Sin embargo, el mayor logro es el peso que este trae al argumento como una fuerza de destrucción masiva que incluso cuenta con su propio arco emocional. Nada muy profundo, simplemente lo suficiente como para que no sea otro rival de cartón. Abundar tan siquiera un poco más sería caer en aguas de “spoilers”, pero cabe mencionar que los traumas paterno-filiales afectan no tan solo a los buenos, sino también a los malos.
El desenlace es una de las mayores fortalezas de la producción, extendiéndose durante alrededor de unos 30-45 minutos en los que la acción se divide en múltiples escenarios dentro de los que se dan los mencionados y emocionantes juntes de más de una docena de personajes. ¿Demasiados? Quizás. Con todo y lo divertido que puede ser verlos luchando como grupo, hay momentos en los que los excesos -de acción, de peleas, de superpoderes- podrían inducir fatiga. Sin embargo, el antídoto a este efecto lo llevamos con nosotros, provisto por Marvel durante los pasados años a través de la efectiva construcción fílmica de estos emblemáticos superhéroes, a quienes ya conocemos tan bien que no nos importa pasar tiempo de más en compañía de ellos. Infinity War es una gigantesca y colorida bola de entretenimiento. A estas alturas, una década y 18 largometrajes más tarde, esperar una desviación de la fórmula ganadora sería insensato, y basta con el sentimiento que se apodera de la sala durante los minutos finales para palpar cuan estrechos se han hecho esos vínculos emocionales entre los Avengers y sus admiradores.