Cómo devaluar a tu dragón
Reseñas del más reciente refrito de un clásico animado, el nuevo romance de Celine Song y la segunda colaboracióin entre Wes Anderson y Benicio del Toro.
¿Hasta cuándo seguiremos con los remakes en “live action” de queridos clásicos animados? La respuesta es obvia: hasta que la gente deje de pagar por verlos. Si nos dejamos llevar por el exhorbitante recaudo en taquilla de Lilo & Stitch y los pronósticos de este fin de semana para el estreno de How to Train Your Dragon -el cual marca la incursión de Dreamworks en la fiebre de estos refritos- no parece que los vayan a dejar de hacer en el futuro cercano.
Existen múltiples ejemplos a los que se puede apuntar para señalar la apabullante falta de creatividad que existe actualmente en Hollywood, pero pocos son más reveladores que esta deprimente moda iniciada por Disney hace ya una década. Ninguno ha logrado ser más que una fotocopia inferior de las películas originales, menos coloridas, insípidas y exentas de lo que las hicieron especiales.
No hay nada inherentemente malo con esta versión de How to Train Your Dragon. El libreto es prácticamente el mismo, la épica banda sonora de John Powell regresa para erizar la piel (lo único que logra levantar emociones en el nuevo filme) y hasta consiguieron que Gerard Butler reinterpretase al corpulento “Stoick”, esta vez con más que su vozarrón. La recreación en CGI del tierno dragón “Toothless” no podría ser más perfecta, pero irónicamente, esta resulta ser tan expresiva y llena de vida, que solo sirve para subrayar cuán inerte se siente el resto de la producción. Basta con comparar el esplendor de las fabulosas secuencias áreas de la cinta original del 2010, con las pobres recreaciones digitales del 2025, para notar la marcada diferencia.
Ninguna de estas fallas recaen necesariamente en el director Dean DeBlois, ni en ningún otro artista frente o detrás de las cámaras, incluso cuando el casting de Mason Thames como el protagónico “Hicup” deja mucho que desear. Aquí el único culpable es la avaricia corporativa de los estudios, más que dispuestos a volverle a cobrar al público por un trabajo hecho a través del “copy/paste” que lo único que produce es un frustrante sentido de déjà vu.
En la riqueza o en la pobreza
Presumo que no debe haber nada más intimidante para un director que hacer su segunda película luego de dar un palo con su ópera prima, especialmente cuando esta es nominada al Oscar y celebrada como uno de los mejores estrenos del año. A eso es lo que se enfrentaba Celine Song tras el éxito de la maravillosa Past Lives, una de mis favoritas del 2023, por lo que me alegró mucho descubrir que su nuevo filme, Materialists, es otro sublime romance.
Cabe señalar que el tráiler que hemos estado viendo por los pasados meses no le hace ningún favor a la cinta. Al contrario, considero que probará ser perjudicial para su desempeño este fin de semana. La hace ver como una comedia romántica de hace 20 años, protagonizada por Julia Roberts o Sandra Bullock, y dirigida por Nancy Meyers. Nada en contra de esas tres ilustres cineastas, pero Materialists no podría ser más opuesta a eso. De comedia no tiene mucho. Si algo, es un dramedy, pero para mí es un puro romance dramático acerca de las consideraciones económicas que hay que tomar en cuenta a la hora de enamorarse, particularmente cuando uno ya está más maduro.
Dakota Johnson encarna a “Lucy”, una matchmaker profesional que se dedica a encontrarle pareja a los solteros y solteras de Manhattan. Su oficio la ha tornado un tanto cínica hacia el amor, convirtiéndolo en algo transaccional, una fórmula matemática en la que las sumas y las restas de los atributos y defectos de las partes interesadas son las que al final dictan el resultado de su unión. Sus convicciones son puestas a prueba cuando de invitada en una boda conoce a “Harry” (Pedro Pascal), un irresistible magnate, a la vez que se vuelve a encontrar con su exnovio, “John”, que de millonario tiene lo que su intérprete, Chris Evans, tiene de feo.
Al igual que en Past Lives, el libreto de Song produce un triángulo amoroso en el que el corazón de la protagonista se debate entre dos hombres, pero el conflicto es uno puramente interno. No existe una competencia entre “John” y “Harry” por conquistar a “Lucy”. Tampoco hay ni rastro de masculinidad tóxica, al menos no entre ellos dos, porque sí hay un incidente violento que involucra a una de sus clientas que sobresale como la única nota discordante del argumento. Song aborda los temores e inquietudes de “Lucy” con mucha madurez, sin caer en cursilerías, y sin escatimar en las emotivas muestras de amor que al final hacen de Materialists uno de los mejores romances que han estrenado en esta década. Las directora y guionista tiene un don para escribir memorables líneas finales en sus libretos, pero contrario a la de Past Lives, que me destruyó emocionalmente, la de esta fue un flechazo directo al corazón.
A la tercera…
No me gusta salir desencantado de una película de Wes Anderson, y ya van tres corridas que más o menos me producen la misma indiferencia. No estoy diciendo que con The Phoenician Scheme “…va la vencida”, pero mentiría si dijera que no he quedado desilusionado por su más reciente producciones.
En términos técnicos, su puesta en escena continúa siendo impecable, un absoluto banquete visual sin igual en el que hace un fantástico uso de la pantalla grande para deleitar al público con un asombroso despliegue de su pericia artística. El trabajo de su amplio reparto es igualmente excelente, cada uno contribuyendo su singular aportación a la pieza por más mínimo que sea su tiempo frente a las cámaras.
Lo que me ha mantenido a distancia han sido sus libretos. Encuentro que los últimos han sido un tanto fríos y divagantes. Al de The Phoenician Scheme se le suma el que sea el más rebuscado de su filmografía, recorriendo lugares comunes en sus continuas preocupaciones (las complicadas relaciones paterno-filiales) filtradas a través de una trama innecesariamente densa y compleja, tanto así que no la pienso resumir aquí. Ni siquiera sé si podría hacerlo sin enredarme.
Le daré otra oportunidad cuando estrene digitalmente, así que digamos que esta reseña se queda en to be continued…
Las ñapitas
Si le tienen el más mínimo cariño al legado de Paul Reubens, háganse un favor y vean el documental Pee-Wee as Himself, disponible en HBO. Es un tierno tributo / honesto autorretrato de uno de los artistas más singulares del cine y la televisión, alguien que vino al mundo para esparcir alegría y creatividad, dos cosas que al momento necesitamos desesperadamente.
Hace una semana me tiré a ver Ballerina. No aporta nada substantivo al universo de John Wick, y Ana de Armas continúa sin encontrar un papel que la catapulte al próximo nivel de su carrera, pero la pelea con lanzallamas del tercer acto es una de las mejores secuencias de acción de la serie, y vale el precio de admisión por sí sola.
La antología animada Predator: Killer of Killers está buenísima, expandiendo los horizontes del universo de Predator a través de la acción y sin innecesarias diatribas de exposición. El director Dan Trachtenberg está haciendo tremendo trabajo con la franquicia de ciencia ficción y no puedo esperar a ver qué hará con Badlands más adelante este año.