“Charm City Kings”: auténtica y emocionante mirada a la cultura suburbana
El director boricua Ángel Manuel Soto Vázquez deslumbra en su segundo largometraje que estrena hoy en HBO Max.
La autenticidad es una de las cosas más difíciles de capturar en el cine. Todo lo que vemos en él es pura ficción, incluso cuando se inspira en la realidad. Desde la iluminación hasta las interpretaciones, lo que observamos es una serie de “mentiras” que aspiran exponer una gama de verdades. Se han filmado muchísimas historias que transmiten emociones reales, pero muchas de ellas terminan desvirtuadas cuando son contadas dentro de contextos que las hacen sentir falsas. Piense en una de las últimas ganadoras del Oscar para un ejemplo reciente. Charm City Kings, que estrena hoy en HBO Max, es un excelente ejemplo de cómo la especificidad de los entornos son capaces elevar hasta las ficciones más convencionales.
El libreto a cargo de Sherman Payne -que en algún momento pasó por las manos del director de Moonlight, Barry Jenkins- no es nada que no hayamos visto antes: un coming-of-age movie desarrollado en un barrio de Baltimore, centrado en “Mouse” (Jahi Di’Allo Winston), un chamaquito en plena transición entre la infancia y la adolescencia, obligado a elegir entre el camino del bien y el mal. A Bronx Tale ha sido citada por el guionista como un punto de referencia, y las semejanzas son evidentes. Sin embargo, lo que distingue a esta película de un sinnúmero similares que se han hecho antes, yace casi exclusivamente en cómo su director Ángel Manuel Soto Vázquez capta en cámara el vibrante ambiente callejero dentro del que se mueve su protagonista.
En su segundo largometraje desde su memorable debut con La granja en el 2015, el cineasta puertorriqueño retoma y refina su destreza audiovisual para proyectar en pantalla con gran naturalidad los escenarios en los que habitan -nuevamente- un puñado de personajes de comunidades marginadas. Basada en el documental 12 O’Clock Boys (2013), acerca de la fascinación de un chico de Baltimore con el corillo de motociclistas de su vecindario y su deseo de unirse a sus rangos, Charm City Kings cobra vida desde el primer recuadro a través de la celebración de esta subcultura, que si bien se sitúa en la ciudad de Maryland, fácilmente pudo haber sido en uno de muchos barrios de Puerto Rico. Aunque el hip-hop es el género que más se escucha en el soundtrack (y es tremendo soundtrack) con canciones de artistas estadounidenses, en el 2020 no puede faltar un tema de Bad Bunny, y la música es un componente esencial en la meta de que estos espacios se sientan tan vivos y, a su vez, universales.
Soto Vázquez realiza un estupendo trabajo al transmitir la energía de estos espectáculos callejeros, y halla la autenticidad a través de los rostros que los frecuentan, tanto en carácter de espectadores -poblando los sets con ciudadanos de las áreas donde grabaron- como en la inclusión de los verdaderos motociclistas que ejecutan los increíbles stunts. Entre ellos, cabe destacar a Chino Braxton como “Jamal”, quien da cátedra de su talento sobre ruedas (o, a veces, en una sola rueda) durante la secuencia más asombrosa del filme que gira en torno a una persecución a toda velocidad entre los motoristas y la policía a través de callejones peligrosamente angostos. La fantástica escena debería ser la carta de presentación tanto para Soto Vázquez como para la cinematógrafa, Katelin Arizmendi. Denle a este dúo una película de acción cuanto antes.
En el departamento actoral, Jahi Di’Allo Winston carga con el peso dramático sin mayor esfuerzo mediante una interpretación en la que en todo momento proyecta el conflicto interno que atraviesa “Mouse”. El preadolescente anhela unirse a “Midnight Clique”, el grupo de motociclistas al que perteneció su fenecido hermano, liderado por “Blax”, -un exconvicto en busca de redención, muy bien encarnado por el rapero Meek Mill-, pero la ganga tiene vínculos con el bajo mundo. Sin embargo, el largometraje no peca de exaltar el gangsta life. “Mouse” se debate entre su deseo de proveer para su familia y perseguir un pasatiempo que recuerda con añoranza mediante las memorias con su hermano, aunque también fue lo que lo llevó a la tumba. Y aun cuando el final podrá caer dentro de lo trillado, el drama que lo precede lo impulsa hacia una resolución satisfactoria.
Nota al calce: Nombres como “12 O’Clock Boys” o “Midnight Clique” nacen de esta propia subcultura, aludiendo a la posición en el reloj hacia las que deberían apuntar las gomas delanteras de las motoras y four tracks cuando los muchachos realizan los wheelies. Es una señal de triunfo, una gesta que valida los esfuerzos de quienes la ejecutan. Charm City Kings pone su mirada en el mismo norte, arrancando con un wheelie perfecto que sostiene hasta los créditos finales.