Bob Dylan y Nosferatu celebran la Navidad junto a Babygirl y La infiltrada
No hay ni rastro del espíritu navideño en los estrenos de la semana, pero son cuatro muy buenas razones para que los adultos se escapen al cine en estos días festivos.
Porque nada dice "Navidad” como un vampiro, la ETA, la música folk y el sadomasoquismo. Esos son los temas de las nuevas ofertas en cartelera que, si bien no son para ir a verlas en familia (aunque no juzgo a las que quieran hacerlo, al contrario, las aplaudo), el mero hecho de que haya cuatro nuevas y muy buenas razones para ir al cine es motivo de celebración, especialmente después de un mes de diciembre en el que fuimos sometidos a cosas como Y2K, Werewolves, Mufasa y Kraven the Hunter.
Para bien y para mal, la Nosferatu de Robert Eggers es exactamente la clase de adaptación del clásico del cine silente que pudiéramos esperar del director de The Witch y The Northman, rica en mood y desbordándose en estilo, y sin mucho más que eso bajo de la superficie. Tuve la oportunidad de verla por adelantado en mi casa y en verdad estoy esperando con ansias poder volverla a ver en formato IMAX a partir de mañana, porque Eggers y su cinematógrafo, Jarin Blaschke, realmente hacen un trabajo extraordinario con la puesta en escena, aprovechando al máximo el aumento en presupuesto, el mayor con el que han contado hasta ahora. Es la clase de producción hecha para verse en grande y dejarse envolver por sus tenebrosas imágenes.
En términos histriónicos, el elenco está excelente, desde Nicholas Hoult y Willem Dafoe hasta el irreconocible Bill Skarsgård como el vampiro (uno de los mayores aciertos de la promoción del filme ha sido esconder su apariencia de todo material publicitario), quien por primera vez es presentado como un genuino muerto viviente, prácticamente un cadáver animado, ataviado de ropa tradicional de Transilvania. Sin embargo, mención aparte merece la actriz Lily-Rose Depp como la protagonista, cuyo cuerpo se contorsiona de maneras que no deberían ser físicamente posibles, para sumergirnos en la locura que se apodera de ella al convertirse en la obsesión del conde Orlok.
Aunque me disfruté mucho la película, aún no veo un trabajo de Eggers que verdaderamente me conquiste. Considero que es tremendo director, pero similar a su contemporáneo, Ari Aster (Hereditary) , en lo que se refiere a sus respectivos libretos, los encuentro muy llanitos. Su Nosferatu es quizá su largometraje mejor logrado (tendría que volver a ver The Lighthouse para estar seguro), pero su autoría se diluye entre tanto homenaje visual a otros directores que han adaptado Drácula anteriormente, como Murnau, Herzog y Coppola. Es un experto en el arte de la evocación, pero todavía no lo veo encontrando su propia voz cinematográfica.
Dicho eso, para los fans del horror, esto es un must-see, especialmente en IMAX.
Los music biopics no son el género más respetado en la industria ahora mismo, y no es para menos, luego de desastres como Bohemian Rhapsody, Bob Marley: One Love y Back in Black, por mencionar tres recientes. Confieso que no me estaba muriendo por ver el de uno mis artistas favoritos, Bob Dylan, ni siquiera uno dirigido por James Mangold (Ford v Ferrari), a quien respeto mucho como cineasta. Primero, porque creo que no hay manera de hacerle justicia a una figura tan camaleónica como Dylan (aunque Todd Haynes lo hizo bastante bien en I'm Not There), y segundo, porque cuando anunciaron que Timothée Chalamet lo estaría interpretando, el chamaco será muy talentoso, pero honestamente no pensé que era un casting adecuado para el legendario cantautor.
Así que se podrán imaginar mi sorpresa cuando en los primeros diez minutos de A Complete Unknown, bastó con que Chalamet tocase la guitarra y entonara Song for Woody para desipar todo mi escepticismo. Y cuando poco después cantó Girl From North Country -mi canción favorita de Dylan-, digamos que la admiración se convirtió prácticamente en una infatuación.
La película se enfoca en los primeros años de la carrera del intérprete de Blowin’ in the Wind, específicamente desde que irrumpió en la escena folk 1961, hasta su controvertible “traición” de este género musical cuando cambió la guitarra acústica por la eléctrica en el Newport Folk Festival, en 1965. La trama cubre todos los hitos de ese periodo de una forma bastante convencional, por lo que recae en el elenco mantener cautivo al espectador, y en este departamento, el filme no decepciona. Chalamet realiza un fantástico trabajo de exteriorizar la dualidad de Dylan, tanto su magnetismo como su antipatía, dentro y fuera del escenario, pero es al cantar cuando genuinamente brilla, evocando la nasalidad de la voz del artista sin reducirlo el acto a una mera imitación. Junto a él, resultan igualmente memorables Monica Barbaro, como Joan Baez, Edward Norton, como Pete Seeger, y Boyd Holbrook como Johnny Cash, tres figuras importantes en la vida de Dylan para esa época.
Por su parte, Mangold y su equipo de producción consiguen capturar el espíritu y la estética de la época de forma ejemplar, y los números musicales son tan buenos como los que realizó en Walk the Line. Y al final, eso es quizá lo primordial -o lo más que deberíamos esperar- en un biopic musical, que el poder de las canciones quede debidamente expuesto en pantalla. El resto, lo podemos aprender hasta en Wikipedia.
Aunque Babygirl no está directamente relacionada al clásico Eyes Wide Shut, su directora, Halina Reijn (Bodies Bodies Bodies), asegura que su nueva película sí está parcialmente inspirada en el último filme de Stanley Kubrick, que explora la tentación de la infidelidad en un matrimonio. El casting de Nicole Kidman no es casualidad, pues el libreto de Raijn parte de ponderar qué habría ocurrido si el personaje de la actriz en aquel clásico de 1999 hubiese incurrido en la fantasía sexual que le revela a su marido, interpretado por quien fuese su esposo para aquel entonces, el actor Tom Cruise.
Kidman hace de “Romy", la poderosa CEO de una mega empresa estadounidense especializada en logística, quien aparenta estar satisfecha con todos los aspectos de su exitosa vida menos con su lecho matrimonial. Su pareja -un director de teatro encarnado por Antonio Banderas- es amoroso y atento, mas no logra llevarla a lo que Ricardo Montaner describió como “la cima del cielo” en aquella sonada balada, por lo que se involucra carnalmente con un joven practicante de su compañía, encarnado por Harris Dickinson, que la lleva a conocer placeres desconocidos a través de una relación sadomasoquista en la que ella es la sumisa.
La premisa no parecería ser muy distinta a la del típico thriller erótico, pero Raijn subvierte las expectativas con su singular acercamiento al trillado material, colocando a la mujer en la posición de más alta jerarquía en términos laborales para luego examinar las dinámicas de poder a través de los íntimos encuentros sexuales y cómo estos se ven reflejados en el ambiente profesional. Tanto Kidman como Dickinson se encargan de que el drama resulte tan excitante como las escenas kinky, que vaya que hacían falta en este aparentemente interminable ciclo de estrenos PG-13. La cartelera comercial ha estado demasiado frígida últimamente.
Por último, tenemos el estreno de La infiltrada, lo más reciente de la directora Arantxa Echevaría (Carmen y Lola), que llega a mañana a las salas Fine Arts Café a pocos días de recibir 13 nominaciones a los premios Goya. Basado en una historia real, el filme de suspenso gira en torno a una joven mujer policía -encarnada por Carolina Yuste- que a principios de la década del 90 se infiltró en la banda terrorista ETA y permaneció ahí por cerca de ocho años arriesgando su vida para salvar las de otros, incluso llegando a convivir en un apartamento con altos miembros de la organización.
El guión de Echevaría, coescrito junto a Amelia Mora, complementa los hechos del caso con un estudio de personaje que toma a esta figura -que al día de hoy permanece anónima- y presenta cómo estas dobles vidas provocan una profunda dicotomía que atentan contra la psiquis y el carácter de quienes acceden a participar de estas arriesgadas misiones. Yuste carga con este conflicto de lealtades cabalmente en su interpretación, y junto al gran Luis Tosar, como su superior en la Policía, crean una intensa dinámica que eleva aún más las tensiones que se viven en este sólido thriller político.
Y ahí los tienen, los cuatro estrenos de esta semana y en verdad pienso que no les debería ir mal con ninguno de ellos. Me despido deseándoles una feliz Navidad y que Santa Claus les obsequie muchas películas en Blu-ray.